domingo, 24 de febrero de 2013

LA FILOSOFÍA DE JOSE ORTEGA Y GASSET




 


 
1.-El sentido de la filosofía.
La filosofía nace de la necesidad que tiene el hombre de tener “una orientación radical” en  su vida, dirigiendo esta necesidad hacia la búsqueda  radical de la verdad  con la luz de la razón. El proceder filosófico se caracteriza por la autonomía y la pantonomía. Es autónomo por cuanto pretende no dar ningún saber o idea por supuesto, ni sigue reglas externas al puro razonar  provenientes de otros saberes. La pantonomía significa que se ocupa de la totalidad de lo real, no de una región o parcela particular, buscando una comprensión global sin supuesto alguno.
El asunto fundamental de la filosofía es “la  realidad radical”, llamada así porque en ella se fundan, “radican”, todos los demás aspectos de la realidad. Las principales corrientes  tradicionales se han equivocado en este punto esencial. El realismo, predominante en la filosofía antigua y medieval, ha tenido por tal la realidad externa a nuestra mente, equivocándose al suponer que podemos reflejarla independiente del sujeto que la conoce, de cómo la representamos. El mundo moderno es esencialmente idealista. Toma el yo como realidad radical y fundamento de todo considerando el mundo externo al sujeto como una mera imagen o representación. Mientras el realismo se confunde al tomar lo real como algo ajeno al conocer, el idealismo desconoce que el sujeto (yo mismo) es parte del mundo y no se puede concebir sino en su  relación con el mundo.
Para  Ortega la realidad radical no puede ser otra cosa que la vida, en el sentido de la vida que vivimos, nuestra biografía, “mi vida” y “nuestra vida”, ya que sólo a partir de ella se puede establecer lo que tiene sentido y lo que carece de él. Cualquier saber, actividad, producto, incluso nuestro cuerpo, tiene el valor que le damos en relación con “nuestra vida”.
Ortega se distancia de la concepción biologista de la vida, pero también de la concepción vitalista tradicional que tiende a concebir la vida como las inclinaciones y tendencias que sobrepasan al individuo. Por el contrario la vida es algo radicalmente personal y concreto, la vida siempre es mi vida. Pero además no podemos comprender nuestra vida sin la razón que la hace comprensible.

2.-La vida como realidad radical.

La filosofía se ha de preocupar por encima de todo en esclarecer las principales características de aquello en lo que consiste “nuestra vida”. Es preciso evitar de partida de los más diversos prejuicios que tenemos y atenernos a la experiencia original, la evidencia inmediata que tenemos de las cosas y de  nosotros mismos, tal como hace la fenomenología. Lo que destaca por encima de todo es que la vida  es una interacción exclusiva para cada uno entre yo y el mundo. Igual que el mundo no se puede concebir al margen del hombre, tal como defiende el idealismo, tampoco cabe entender el yo como algo independiente y autosuficiente que construye el mundo por sí mismo. El yo no es una conciencia autista, sino un sujeto vertido hacia el mundo, mientras que el mundo no es sólo el escenario en el que yo actúo sino el resultado de lo que hago, las posibilidades y tareas que se me ofrecen. Por dice que “yo soy yo y mi circunstancia”, de la misma manera que el dato radical  de la vida es “la coexistencia  de mí con las cosas”: “ser significa “vivir”-por tanto-, intimidad  consigo y con las cosas”.
Vivir es tratar con el mundo y dar cuenta de él, no de un modo intelectual, sino de un modo concreto y pleno. “Es encontrarse a sí mismo en el mundo ocupado con las cosas y seres y del mundo”.
Como principio general vivir es estar en un constante quehacer  que revierte sobre nosotros mismos, “la vida es lo que somos y lo que hacemos: es pues de todas la cosas la más próxima a cada cual” .Estamos inmersos en  un quehacer en el que nos hacemos a nosotros mismos. Aunque estemos parados nos estamos haciendo de una determinada manera. Lo propio de este quehacer es ocuparnos con las cosas, resolver lo problemas que nos plantea la realidad y acogernos a sus posibilidades, sean teóricas o pragmáticas. Por ese quehacer el mundo se convierte en algo con sentido, lo que existe tiene valor en la medida  que lo hacemos nuestro y asumimos su significado.
Desde este punto de partida se destacan las características estructurales de la vida:
- Vivir es sentirse viviendo, verse a sí mismo y darnos cuenta de lo que hacemos. “Vivir es esa realidad extraña, única que tiene el privilegio de existir para sí misma”.La auto evidencia y transparencia es parte imprescindible de nuestra vida: “porque vivir es saber lo que hacemos..”. “La vida es saber, es evidencial”  en cuanto que no podemos ocuparnos de las cosas sin darnos cuenta de lo que hacemos. En la medida que nuestro quehacer  se muestra transparente a nuestra conciencia, nos damos cuenta de nosotros mismos. Somos en definitiva conscientes porque actuamos, porque nos ocupamos de las cosas.
-“Vivir es encontrarse en el mundoencontrarnos ante unas circunstancias que no podemos dejar de lado. “Todo vivir es encontrarse  con lo otro que es uno mismo, todo vivir es convivir con una circunstancia”. El mundo son el conjunto de circunstancias con las que convivimos, lo que en cierta manera nos está destinado, sin que nunca podamos  prescindir de ello. Por eso nuestras circunstancias nos afectan, no podemos tratarlas como realidades neutras. Tenemos asi un vínculo sentimental con el mundo,“el mundo en que al vivir nos encontramos se compone de cosas agradables y desagradables, atroces y benévolas, favores y peligros…Mundo es sensu stricto lo que nos afecta”. -
-Vivir es tener que actuar libremente. Estamos obligados a ser libres no tanto porque tengamos que escoger constantemente entre diferentes alternativas sino por la razón más profunda de que lo que podemos ser depende exclusivamente de nosotros y no podemos sustraernos a tener que hacernos a nosotros mismos. “Vida es, pues,  la libertad en la fatalidad y la  fatalidad en la libertad”.
Se sigue que nuestra vida depende de nosotros, del proyecto en el que anticipamos lo que decidimos ser. Nuestras elecciones y decisiones sólo tienen sentido como parte de un proyecto según el cual nos hacemos mismos, proyecto inconsumable, pues entonces dejaría de ser tal, pero siempre abierto según las circunstancias y realizaciones de nuestra vida. “Ya no nos contentaremos con decir, como al principio: vida es lo que hacemos, es el conjunto de nuestras ocupaciones con las cosas del mundo, porque hemos advertido que todo ese hacer y esas ocupaciones no nos viene automáticamente, mecánicamente impuestas, como el repertorio de discos al gramófono, sino que son decididas por nosotros…” El gran hecho fundamental.<es>: vivir es constantemente decidir lo que vamos a ser.”.
-  Vivir es futurizar, proyectarse hacia el futuro, consecuentemente con el hecho de que nuestra vida es un proyecto, un constante hacerse que nunca está acabado, sino en cierta manera  siempre por-hacer.. El “futuro” es el tiempo fundamental del vivir. Lo que hacemos ahora sólo tiene valor en tanto que sirve para el futuro. El pasado sólo tiene valor en la medida que lo asumimos para construir el  futuro.. “Si nuestra vida consiste en decidir lo que vamos a ser , quiere decirse que en la raíz misma de nuestra vida hay un atributo temporal: decidir  lo que vamos a ser- por tanto, el futuro-“…”La vida es futurición, es aún lo que no es”.

2.-El ratio vitalismo.

La filosofía de Ortega comparte la crítica de la filosofía contemporánea a los ideales racionalistas propios del pensamiento moderno e ilustrado, cuya mayor expresión es el racionalismo de Descartes y el idealismo trascendental de Kant. Se les reprocha que conciban la razón de una manera abstracta y universal como si fuera eternamente la misma y funcionase con independencia de la vida y las circunstancias. Se discute también que la racionalidad sea la condición exclusiva del hombre y el centro de la persona. Siendo para Ortega la “realidad radical” la vida, es preciso replantear la forma de entender la razón y  la relación mutua entre la razón y la vida. Critica Ortega la  idea tradicional desde los griegos hasta Kant, según él,  que reduce ésta a una mera capacidad teórica y contemplativa, empeñado sólo en el conocimiento abstracto. Pero esto es sólo una parte de la razón, su función principal es comprender la vida y lo que somos, comprender la realidad a partir de las necesidades de nuestra vida. La razón es así en cierta manera un instrumento de nuestro quehacer vital y en cierta manera  el faro que ilumina el norte de lo  que hacemos. Lejos del irracionalismo Ortega apuesta por la preponderancia de la razón como guía de la actividad y del comprender, pero siempre y cuando se la entiende fusionada con la vida y como parte de la vida.
De esta manera la razón tampoco es una capacidad uniforme e igual para todos, según el modelo de la matemáticas o la física, se entrelaza con nuestros sentimientos y afectos, en suma con nuestros intereses vitales, buscamos comprender lo que nos motiva.
La razón es por ello eminentemente razón-vital. El sistema filosófico de Ortega es el ratio-vitalismo, la defensa de la interdependencia  entre la razón y la vida,  entendiendo que el yo no es sólo pensamiento, sino alguien que piensa en unas determinadas circunstancias y conforme a unos proyectos. Es decir buscando una “orientación radical”. El tema de la razón es la vida, porque esta es la realidad radical anterior al pensamiento, pero como se ha visto, la vida no es un complejo de instintos o necesidades orgánicas (biológicas), sino nuestra biografía, nuestros intereses, ocupaciones , afectos y valores, en suma el quehacer de hacernos a nosotros mismos
La razón vital se manifiesta en dos direcciones básicas: el perspectivismo y la historicidad. Es así razón perspectivista y razón histórica.
 

 
-El perspectivismo:
De acuerdo con el ratio vitalismo no se puede entender al hombre como un sujeto puro que se enfrenta al mundo como si este se presentara igual para todos. Cada hombre es un sujeto pero unido indisociablemente a unas circunstancias concretas, las suyas y no las de otro. “Yo soy yo y mis circunstancias”, el mundo que me rodea no es algo que está ahí como si yo no existiera, pero tampoco yo existo como si el mundo fuera algo accidental para mí. Mi biografía no se puede comprender sino en  relación con las circunstancias que forman parte de mí y que por decirlo así llevo dentro de mí.
Por su parte el mundo tiene infinidad de facetas y sólo algunas se presentan al individuo. Cada persona en función de sus circunstancias ocupa una posición única e irrepetible, en virtud de la cual  tiene y se forma una perspectiva diferente de la realidad. Tal perspectiva depende en lo fundamental de la forma como cada uno se siente afectado por la realidad, es una perspectiva esencialmente valorativa indisociable de la forma como conozco las cosas. No hay así una realidad y múltiples perspectivas parciales de la misma, sino que la realidad son la totalidad de las perspectivas.
Si bien cada perspectiva es exclusiva y no se puede intercambiar, el hombre en tanto que se dirige al realidad de forma radical trata de ampliar su perspectiva y aspira idealmente a una perspectiva total de la realidad. El ideal humano del conocimiento es ponerse a ver el mundo como si fuera un espectador: alguien que en sus circunstancias tiene una posición privilegiada para comprender la realidad.
-La razón histórica y la historia.
La razón vital es también y esencialmente una razón histórica porque la perspectiva personal se inscribe en una perspectiva colectiva de carácter histórico. Ortega subraya que el hombre no es naturaleza, no está determinado por las fuerzas naturales incluida su biología, sino historia: depende de las iniciativas y tradiciones que construyen las generaciones humanas. Igual que la vida personal está siempre por hacer, tampoco está hecha y acabada la vida colectiva, esta se está haciendo y está por hacer. “Lo que la naturaleza es para las cosas, lo es la historia para las personas”. Consecuencia necesaria del perspectivismo es que mi perspectiva es fruto de una conciencia en una circunstancia histórica determinada.
La clave de la historia, según Ortega, es el cambio generacional, la sucesión tensa y conflictiva de las generaciones.  Los individuos se agrupan en generaciones cuyo rasgo esencial es compartir una sensibilidad especial que las diferencia entre sí. Tal sensibilidad se refiere a los valores, ideas y creencias con las que se aprecia y forma una perspectiva colectiva del mundo. En cada momento histórico coinciden tres generaciones, entre las que la más joven tiende a aportar una nueva sensibilidad promoviendo nuevos horizontes vitales.
La vida concreta colectiva se basa en una mezcla de tensión y colaboración entre el individuo y la sociedad. La sociedad  aporta posibilidades para la realización de los individuos pero también tiende de a coartar sus iniciativas. El individuo se ve en la necesidad de partir de los usos sociales para hacer su vida sin reducirse a seguirlos, creando sus propias posibilidades.
La mentalidad y sensibilidad colectiva es una mezcla de creencias e ideas. Las creencias nos vienen dadas y están establecidas a modo de tradición, son el suelo en el que se arraiga nuestra vida. Las tenemos como algo en lo que estamos prácticamente sin reparar en ellas pero usándolas constantemente. Las ideas  son el modo de ver las cosas que creamos o formamos  personalmente por propia iniciativa y que son la guía fundamental de nuestra vida. Las creencias nos hacen, con las ideas nos hacemos.
La marcha concreta de la sociedad  depende de la relación entre las minorías y las masas. Mientras las masas están limitadas al horizonte de las creencias, las minorías tienen la posibilidad y responsabilidad de generar las ideas que hagan progresar la sociedad. Su falta de liderazgo y la preponderancia de las masas conducen a la decadencia de la sociedad.

 





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