El pensamiento de J.
J. Rousseau (Ginebra 1711-78) forma
parte de la Ilustración, dentro de la cual ocupa un lugar muy relevante y
especial. Su filosofía tiene un propósito exclusivamente moral y político. La entiende
como una palanca para mejorar la condición humana y dirigir al hombre por la
senda del progreso y la perfección moral , según el ideal ilustrado. Pero ello
requiere aclarar las causas de los males
humanos. A diferencia de la filosofía tradicional, Rousseau no achaca estos
malos a la naturaleza humana, pero tampoco a la ignorancia o la incultura, como
hacen la mayoría de filósofos ilustrados. La razón principal es la mala
organización de la sociedad en la medida que está basada en la desigualdad entre
los individuos y grupos humanos. En general sostiene que la vida social es la
condición que hace posible la corrupción
de la naturaleza humana. Su planteamiento alentó la revolución francesa y los
movimientos sociales igualitaristas que empezaron a desarrollarse en el siglo
XIX. Influyó también en algunos aspectos importantes del romanticismo, como
el aprecio a los sentimientos y la
naturaleza.
La Filosofía de J.
J. Rousseau gira en torno a los siguientes planteamientos fundamentales:
1º La relación problemática
entre la razón y el sentimiento.
2º El sentimiento
natural del hombre es el amor de sí mismo y su estado natural es la libertad.
El amor de sí mismo comporta el amor a los demás.
3º El amor propio se
opone al amor de sí mismo.).
4º El origen de la
desigualdad social es la propiedad privada.
5º La libertad civil
y la democracia se basan en el contrato social de emancipación y consisten en
la Voluntad general.
6º La educación es
el instrumento de la perfección moral del hombre.
Veamos el desarrollo
de estas ideas.
El hombre es un ser
dotado de razón y sentimiento, pero
estas facultades no están inicialmente en armonía. De partida están en planos
distintos. La razón, la capacidad de comprender la realidad según reglas y
conceptos y la capacidad de dirigir la vida según normas y principios, requiere
de la educación y de la cultura. Su desarrollo y mejora está unido al progreso
social, de la misma manera que, maleducada, puede volverse contra el hombre. En
general el desarrollo de la razón es parte de la vida social del hombre. Por su
parte el sentimiento, el afecto hacia las cosas, está plenamente conformado de
forma natural; puede corromperse, pero no por sí mismo, sino por el mal uso de
la razón y la mala organización de la sociedad.
Rousseau ilustra
este planteamiento distinguiendo, a modo de ficción
ideal, entre el estado natural,
y el estado social. En el primero,
el hombre viviría sólo, o sin apenas relación con sus semejantes. Entonces se
rige por el sentimiento, entregado cubrir sus necesidades elementales de
supervivencia y a su auto conservación. En el estado social, que surgiría
posteriormente, el hombre desarrollaría su razón, con sus vicios y virtudes. La
sociedad nace y crece a la vez que la capacidad racional del hombre. En la vida social la razón y los sentimientos
pueden oponerse al ponerse la razón al servicio de los intereses sociales de
cada individuo. Por eso la armonía de la razón y el sentimiento es para Rousseau una meta, la meta que guía a la
humanidad: que los fines de la razón y de la cultura sean conformes con lo que
sentimos de forma natural.
El hombre es
originalmente un ser moral, su vida
ha de adecuarse al bien. Es así porque su sentimiento natural es el amor de sí mismo y el sentimiento de libertad. Rousseau ilustra este planteamiento
actualizando el mito del “buen salvaje”: el hombre es bueno por naturaleza y lo
corrompe la sociedad.
El amor de sí mismo
es el sentimiento por el que el hombre busca mejorar y perfeccionar sus
capacidades, preocupándose de sí pero no contra los demás. Según esto el hombre
es natural bondadoso, desea el bien para
sí mismo, pero también el bien de sus
semejantes. En el estado natural el hombre seguiría este sentimiento para
proveer a su auto conservación, sin necesidad de aprovecharse de sus semejantes.
La compasión
por la que hace cada individuo hace suyo el dolor de sus semejantes es el sentimiento espontáneo con y natural,
así como también el embrión de la fraternidad y de la justicia y en general de
las virtudes morales que ligan a los hombres. Rousseau insiste en el hecho de
que el hombre comparte este sentimiento con los animales, por ejemplo todas las
madres sienten como propio el dolor de su prole.
La libertad
complementa el amor de sí mismo. El estado natural del hombre es la libertad,
pero se trata de una libertad natural,
por la que el hombre no tiene cortapisas por parte de los demás hombres para
vivir y auto conservarse. La única constricción viene de la naturaleza. Al
tener que vivir en sociedad aumentan las metas y capacidades pero a costa de la
limitación de la libertad. Ya no vale la libertad natural y es preciso
conquistar la libertad civil: el derecho a participar y decidir en los asuntos
comunes, en la vida pública. La máxima es que sólo puedo ser libre si los demás
lo son, y viceversa.
El amor propio se
opone al amor de sí mismo.En el estado natural florece el amor de sí mismo, en
el estado social aparece el amor propio. Ambos tienen que coexistir en cada
hombre. El amor propio es la afirmación del propio interés frente al interés de
los demás. Su fruto es el egoísmo con el que el hombre se antepone a sus
semejantes. Para Rousseau la tensión entre el amor de sí mismo, que incluye a
los semejantes, y el egoísmo, sólo se puede resolver atajando el problema en la
raíz que lo ha provocado: la mala organización de la sociedad. Con el
surgimiento del amor propio aparece el problema fundamental de la vida humana:
¿Cómo organizar la sociedad para que el amor propio no se imponga al amor de sí
mismo?
El egoísmo y la
perdida de la libertad natural surgen con la sociedad y esta es inevitable,
pero la sociedad no lleva necesariamente al egoísmo. Este surge de la
desigualdad social y esta tiene por causa la propiedad privada.
Se trata de un hecho histórico que, como el pecado original para el
cristianismo, condiciona toda la historia humana y la estructura de la
sociedad.
Rousseau parte de
que en el estado de naturaleza las inevitables desigualdades naturales entre
los hombres no se traduciría en
desigualdad social, en el dominio de unos sobre otros, pues todos los
hombres serían iguales al ser igualmente libres, entregados cada uno a su
libertad natural.
En el estado de
sociedad los hombres viven en mutua dependencia y necesitan cooperar para
satisfacer sus fines y deseos. Rousseau considera que este estado
supone un progreso en el orden económico y en el desarrollo de las
capacidades físicas e intelectuales de los seres humanos, pero un peligro para el orden moral. La
desigualdad social implica y promueve el poder de unos sobre otros, las luchas
y las injusticias de todo tipo..
Los hombres acaban
abandonando el estado de naturaleza buscando una mayor seguridad y comodidad,
colaborando entre sí. Vivirían primero en los bosques pero el desarrollo de sus
facultades les lleva a la vida agrícola. Entonces aparece la propiedad
privada, y con ello las desigualdades y luchas inevitables de los unos
contra los otros. Tiende entonces a predominar la ley del más fuerte, nadie
está seguro, unos quieren más
propiedades a costa de los demás y otros arrebatarles esas propiedades.
Con la propiedad
privada surgen las instituciones sociales. La primera institución es la
propiedad privada. Para crear las instituciones es preciso un contrato
social. Rousseau comparte el contractualismo para explicar el origen de la
sociedad y del Estado. Pero a diferencia de los contractualistas ingleses, el
contrato original de la sociedad no lo hacen los individuos en situación de
igualdad. Lo acuerdan los más poderosos para defenderse de quienes tratan de
arrebatarles las propiedades, o para tener más poder. El principal resultado de
ese pacto es la creación del Estado y de las leyes que todos se han de ver
obligados a respetar. Ese Estado, a
diferencia de lo que piensan los contractualistas ingleses liberales, no
representa a toda la sociedad sino sólo a los poderosos, por mucho que se haga
pasar por la representación de todos. Rousseau inaugura así la crítica del
Estado clasista típica de ideologías igualitaristas, como el marxismo o el
anarquismo en sus múltiples variantes.
Con la instauración
del Estado adquiere gran desarrollo la sociedad, pero a costa de unas grandes
diferencias, que el Estado sanciona
y asegura. La cultura florece
pero junto con los vicios morales que ella encubre cuando no promueve. El
hombre es más fuerte e inteligente pero más egoísta e inmoral. Se hace realidad
la conocida máxima de Rousseau: “el hombre es bueno por naturaleza, pero la
sociedad lo corrompe”. Pero además el hombre pierde su libertad natural, aunque
unos pocos la aumentan a costa de la mayoría. Para Rousseau la sociedad debida
al primer pacto es un estado de desigualdad y de dependencia de una mayoría que
carece de libertad, y de privilegio de una minoría que goza de toda la libertad
posible.
Pero el mismo
desarrollo y progreso social plantea la necesidad de salir de ese estado de
cosas y promover un nuevo contrato social o de emancipación, para
rehacer las bases de la sociedad. Se inspira en la filosofía de armonizar al
hombre con su naturaleza. No se trata de una
vuelta al estado de naturaleza sin más, ya que es imposible y por otra
parte sería calamitoso, dado el progreso económico e intelectual del hombre. Se
trata de que la cultura y la vida social en común se adapten a los sentimientos
naturales del hombre. El fin de este contrato es recuperar la libertad y
suprimir las desigualdades sociales. La libertad tampoco puede ser la libertad
natural de hacer lo que se quiera sino la libertad civil que
permite el ejercicio de los derechos a los ciudadanos y el poder de participar
como miembro de la comunidad en el gobierno y la elaboración de la leyes., lEs
una restauración de la igualdad pero ya como igualdad social. La igualdad ha de
consistir en tener todos los mismos derechos, pertenecer por igual al orden
común, sin que nadie tenga más poder, es decir derechos, que los demás.
El contrato social
de emancipación se encarna en la constitución de la Voluntad general,
como expresión de la colectividad. Los miembros de la sociedad al
adquirir la libertad cívica pasan de súbditos a la condición de ciudadanos, sujetos capaces
de decir en igualdad sobre los asuntos comunes. Acuerdan someter su interés al
bien común y ceder su posible libertad natural a la colectividad, que entonces
se convierte en pueblo libre y soberano como garante de los derechos de los
ciudadanos (anticipando así Rousseau la idea moderna de Nación). A cambio el
ciudadano participa en la formación de esa decisión mayoritaria. Todos se
comprometen a aceptar como propia la decisión de la mayoría expresada en las
leyes democráticamente elaboradas. Rousseau propone hacerlo en asamblea sin
ningún intermediario.
Se constituye así la
sociedad como un cuerpo político del que todos los ciudadanos son
miembros y se expresan con una misma voluntad. Rousseau lleva el planteamiento
hasta el punto de que habría que obligar a todo ciudadano a que delegue su
voluntad en la voluntad general, convirtiéndose así en ciudadano libre, aunque
no quiera hacerlo. Habría que tratar a todos como si fueran libres aunque no
ejerzan esa libertad inhibiéndose de la participación en los asuntos comunes.
Pero no basta que el
ciudadano tenga derechos. Para serlo plenamente precisa de las indispensables
virtudes morales y cívicas que lo hagan verdaderamente libre, justo y fraterno.
Es indispensable que cada hombre trate constantemente de mejorar y
perfeccionarse moralmente. Al fin y al cabo la perfectibilidad es la condición
más profunda del hombre. La organización de la sociedad, basada en la igualdad
de derechos ha de promover esas virtudes, pero sólo puede tener futuro si se
asienta en las mismas.
En la línea de Platón, Rousseau hace de la
educación el principal instrumento para la mejora moral de la humanidad. Su
influencia en las doctrinas pedagógicas
modernas es indiscutible. Propone como ideal una educación que se atenga a la
realidad natural de cada persona, buscando más que instruir en conocimientos
comunes, desarrollar las facultades y sentimientos naturales, de modo que así
tenga el individuo más capacidad de independencia y de dirigir su vida. En su
obra sobre la educación,
“Emilio”,imagina la educación como un trabajo personal entre el
preceptor o maestro y el discípulo, trabajo sin contaminación de las costumbres
y de los vicios sociales, dirigido a fomentar la capacidad natural de cada persona por encima de las exigencias
que en cada momento plantea la sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario