sábado, 23 de febrero de 2013

LA FILOSOFÍA DE JEAN JACQUES ROUSSEAU

       

       



El pensamiento de J. J. Rousseau (Ginebra 1711-78)  forma parte de la Ilustración, dentro de la cual ocupa un lugar muy relevante y especial. Su filosofía tiene un propósito exclusivamente moral y político. La entiende como una palanca para mejorar la condición humana y dirigir al hombre por la senda del progreso y la perfección moral , según el ideal ilustrado. Pero ello requiere aclarar  las causas de los males humanos. A diferencia de la filosofía tradicional, Rousseau no achaca estos malos a la naturaleza humana, pero tampoco a la ignorancia o la incultura, como hacen la mayoría de filósofos ilustrados. La razón principal es la mala organización de la sociedad en la medida que está basada en la desigualdad entre los individuos y grupos humanos. En general sostiene que la vida social es la condición que hace posible la  corrupción de la naturaleza humana. Su planteamiento alentó la revolución francesa y los movimientos sociales igualitaristas que empezaron a desarrollarse en el siglo XIX. Influyó también en algunos aspectos importantes del romanticismo, como el  aprecio a los sentimientos y la naturaleza.
La Filosofía de J. J. Rousseau gira en torno a los siguientes planteamientos fundamentales:
1º La relación problemática entre la razón y el sentimiento.
2º El sentimiento natural del hombre es el amor de sí mismo y su estado natural es la libertad. El amor de sí mismo comporta el amor a los demás.
3º El amor propio se opone al amor de sí mismo.).
4º El origen de la desigualdad social es la propiedad privada.
5º La libertad civil y la democracia se basan en el contrato social de emancipación y consisten en la Voluntad general.
6º La educación es el instrumento de la perfección moral del hombre.
Veamos el desarrollo de estas ideas.
El hombre es un ser dotado de razón y sentimiento, pero estas facultades no están inicialmente en armonía. De partida están en planos distintos. La razón, la capacidad de comprender la realidad según reglas y conceptos y la capacidad de dirigir la vida según normas y principios, requiere de la educación y de la cultura. Su desarrollo y mejora está unido al progreso social, de la misma manera que, maleducada, puede volverse contra el hombre. En general el desarrollo de la razón es parte de la vida social del hombre. Por su parte el sentimiento, el afecto hacia las cosas, está plenamente conformado de forma natural; puede corromperse, pero no por sí mismo, sino por el mal uso de la razón y la mala organización de la sociedad.
Rousseau ilustra este planteamiento distinguiendo, a modo de ficción ideal, entre el estado natural, y el estado social. En el primero, el hombre viviría sólo, o sin apenas relación con sus semejantes. Entonces se rige por el sentimiento, entregado cubrir sus necesidades elementales de supervivencia y a su auto conservación. En el estado social, que surgiría posteriormente, el hombre desarrollaría su razón, con sus vicios y virtudes. La sociedad nace y crece a la vez que la capacidad racional del hombre. En  la vida social la razón y los sentimientos pueden oponerse al ponerse la razón al servicio de los intereses sociales de cada individuo. Por eso la armonía de la razón y el sentimiento es para  Rousseau una meta, la meta que guía a la humanidad: que los fines de la razón y de la cultura sean conformes con lo que sentimos de forma natural.
El hombre es originalmente un ser moral, su vida ha de adecuarse al bien. Es así porque su sentimiento natural es el amor de sí mismo y el sentimiento de libertad. Rousseau ilustra este planteamiento actualizando el mito del “buen salvaje”: el hombre es bueno por naturaleza y lo corrompe la sociedad.
El amor de sí mismo es el sentimiento por el que el hombre busca mejorar y perfeccionar sus capacidades, preocupándose de sí pero no contra los demás. Según esto el hombre es natural bondadoso, desea el bien  para sí mismo, pero también el bien de  sus semejantes. En el estado natural el hombre seguiría este sentimiento para proveer a su auto conservación, sin necesidad de aprovecharse de sus semejantes. La compasión por la que hace cada individuo hace suyo el dolor de sus semejantes  es el sentimiento espontáneo con y natural, así como también el embrión de la fraternidad y de la justicia y en general de las virtudes morales que ligan a los hombres. Rousseau insiste en el hecho de que el hombre comparte este sentimiento con los animales, por ejemplo todas las madres sienten como propio el dolor de su prole.
La libertad complementa el amor de sí mismo. El estado natural del hombre es la libertad, pero se trata de una libertad natural, por la que el hombre no tiene cortapisas por parte de los demás hombres para vivir y auto conservarse. La única constricción viene de la naturaleza. Al tener que vivir en sociedad aumentan las metas y capacidades pero a costa de la limitación de la libertad. Ya no vale la libertad natural y es preciso conquistar la libertad civil: el derecho a participar y decidir en los asuntos comunes, en la vida pública. La máxima es que sólo puedo ser libre si los demás lo son, y viceversa.
El amor propio se opone al amor de sí mismo.En el estado natural florece el amor de sí mismo, en el estado social aparece el amor propio. Ambos tienen que coexistir en cada hombre. El amor propio es la afirmación del propio interés frente al interés de los demás. Su fruto es el egoísmo con el que el hombre se antepone a sus semejantes. Para Rousseau la tensión entre el amor de sí mismo, que incluye a los semejantes, y el egoísmo, sólo se puede resolver atajando el problema en la raíz que lo ha provocado: la mala organización de la sociedad. Con el surgimiento del amor propio aparece el problema fundamental de la vida humana: ¿Cómo organizar la sociedad para que el amor propio no se imponga al amor de sí mismo?
El egoísmo y la perdida de la libertad natural surgen con la sociedad y esta es inevitable, pero la sociedad no lleva necesariamente al egoísmo. Este surge de la desigualdad social y esta tiene por causa la propiedad privada. Se trata de un hecho histórico que, como el pecado original para el cristianismo, condiciona toda la historia humana y la estructura de la sociedad.
Rousseau parte de que en el estado de naturaleza las inevitables desigualdades naturales entre los hombres no se traduciría en  desigualdad social, en el dominio de unos sobre otros, pues todos los hombres serían iguales al ser igualmente libres, entregados cada uno a su libertad natural.
En el estado de sociedad los hombres viven en mutua dependencia y necesitan cooperar para satisfacer sus fines y deseos. Rousseau considera que este  estado  supone un progreso en el orden económico y en el desarrollo de las capacidades físicas e intelectuales de los seres humanos, pero  un peligro para el orden moral. La desigualdad social implica y promueve el poder de unos sobre otros, las luchas y las injusticias de todo tipo..
Los hombres acaban abandonando el estado de naturaleza buscando una mayor seguridad y comodidad, colaborando entre sí. Vivirían primero en los bosques pero el desarrollo de sus facultades les lleva a la vida agrícola. Entonces aparece la propiedad privada, y con ello las desigualdades y luchas inevitables de los unos contra los otros. Tiende entonces a predominar la ley del más fuerte, nadie está seguro,  unos quieren más propiedades a costa de los demás y otros arrebatarles esas propiedades.
Con la propiedad privada surgen las instituciones sociales. La primera institución es la propiedad privada. Para crear las instituciones es preciso un contrato social. Rousseau comparte el contractualismo para explicar el origen de la sociedad y del Estado. Pero a diferencia de los contractualistas ingleses, el contrato original de la sociedad no lo hacen los individuos en situación de igualdad. Lo acuerdan los más poderosos para defenderse de quienes tratan de arrebatarles las propiedades, o para tener más poder. El principal resultado de ese pacto es la creación del Estado y de las leyes que todos se han de ver obligados a respetar. Ese Estado,  a diferencia de lo que piensan los contractualistas ingleses liberales, no representa a toda la sociedad sino sólo a los poderosos, por mucho que se haga pasar por la representación de todos. Rousseau inaugura así la crítica del Estado clasista típica de ideologías igualitaristas, como el marxismo o el anarquismo en sus múltiples variantes.
Con la instauración del Estado adquiere gran desarrollo la sociedad, pero a costa de unas grandes diferencias, que el Estado sanciona  y  asegura. La cultura florece pero junto con los vicios morales que ella encubre cuando no promueve. El hombre es más fuerte e inteligente pero más egoísta e inmoral. Se hace realidad la conocida máxima de Rousseau: “el hombre es bueno por naturaleza, pero la sociedad lo corrompe”. Pero además el hombre pierde su libertad natural, aunque unos pocos la aumentan a costa de la mayoría. Para Rousseau la sociedad debida al primer pacto es un estado de desigualdad y de dependencia de una mayoría que carece de libertad, y de privilegio de una minoría que goza de toda la libertad posible.
Pero el mismo desarrollo y progreso social plantea la necesidad de salir de ese estado de cosas y promover un nuevo contrato social o de emancipación, para rehacer las bases de la sociedad. Se inspira en la filosofía de armonizar al hombre con su naturaleza. No se trata de una  vuelta al estado de naturaleza sin más, ya que es imposible y por otra parte sería calamitoso, dado el progreso económico e intelectual del hombre. Se trata de que la cultura y la vida social en común se adapten a los sentimientos naturales del hombre. El fin de este contrato es recuperar la libertad y suprimir las desigualdades sociales. La libertad tampoco puede ser la libertad natural de hacer lo que se quiera sino la libertad civil que permite el ejercicio de los derechos a los ciudadanos y el poder de participar como miembro de la comunidad en el gobierno y la elaboración de la leyes., lEs una restauración de la igualdad pero ya como igualdad social. La igualdad ha de consistir en tener todos los mismos derechos, pertenecer por igual al orden común, sin que nadie tenga más poder, es decir derechos, que los demás.
El contrato social de emancipación se encarna en la constitución de la Voluntad general, como expresión de la colectividad. Los miembros de la sociedad  al  adquirir la libertad cívica pasan de súbditos  a la condición de ciudadanos, sujetos capaces de decir en igualdad sobre los asuntos comunes. Acuerdan someter su interés al bien común y ceder su posible libertad natural a la colectividad, que entonces se convierte en pueblo libre y soberano como garante de los derechos de los ciudadanos (anticipando así Rousseau la idea moderna de Nación). A cambio el ciudadano participa en la formación de esa decisión mayoritaria. Todos se comprometen a aceptar como propia la decisión de la mayoría expresada en las leyes democráticamente elaboradas. Rousseau propone hacerlo en asamblea sin ningún intermediario.
Se constituye así la sociedad como un cuerpo político del que todos los ciudadanos son miembros y se expresan con una misma voluntad. Rousseau lleva el planteamiento hasta el punto de que habría que obligar a todo ciudadano a que delegue su voluntad en la voluntad general, convirtiéndose así en ciudadano libre, aunque no quiera hacerlo. Habría que tratar a todos como si fueran libres aunque no ejerzan esa libertad inhibiéndose de la participación en los asuntos comunes. 

 


Pero no basta que el ciudadano tenga derechos. Para serlo plenamente precisa de las indispensables virtudes morales y cívicas que lo hagan verdaderamente libre, justo y fraterno. Es indispensable que cada hombre trate constantemente de mejorar y perfeccionarse moralmente. Al fin y al cabo la perfectibilidad es la condición más profunda del hombre. La organización de la sociedad, basada en la igualdad de derechos ha de promover esas virtudes, pero sólo puede tener futuro si se asienta en las mismas.
En  la línea de Platón, Rousseau hace de la educación el principal instrumento para la mejora moral de la humanidad. Su influencia en las doctrinas  pedagógicas modernas es indiscutible. Propone como ideal una educación que se atenga a la realidad natural de cada persona, buscando más que instruir en conocimientos comunes, desarrollar las facultades y sentimientos naturales, de modo que así tenga el individuo más capacidad de independencia y de dirigir su vida. En su obra sobre la educación,  “Emilio”,imagina la educación como un trabajo personal entre el preceptor o maestro y el discípulo, trabajo sin contaminación de las costumbres y de los vicios sociales, dirigido a fomentar la capacidad natural  de cada persona por encima de las exigencias que en cada momento plantea la sociedad.

                             

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