martes, 19 de febrero de 2013

LA FILOSOFÍA DE ARISTÓTELES.



 
Aristóteles, discípulo de Platón, asume de su maestro el ideal de la ciencia como conocimiento verdadero de carácter universal y necesario, así como el principio de que el universo debe su orden  y continuidad a un plan racional e inteligible. Sin embargo se ve en la necesidad de superar la especial solución platónica, la teoría de las Ideas, cuyas contradicciones ya advirtió el mismo Platón. Frente al dualismo que separa el mundo inteligible y el mundo sensible, Aristóteles propone un modelo monista que se atenga a  la naturaleza que podemos observar, con su variedad y cambio. ¿De qué forma es posible conjugar  la pluralidad, diversidad y mutabilidad de la realidad sensible con la exigencia de un orden racional estable y unitario, atributo del ser desde Parménides?
Desde un punto de vista ontológico, Aristóteles entiende que la forma eminente de ser, que unifica todas las formas de ser, consiste en el ser individual. Sólo existe propiamente el ser individual con sus propiedades. Los seres individuales son sustancias, el hecho de ser por sí mismo, mientras que sus atributos o cualidades serían accidentes. La sustancia y los accidentes son así las dos grandes categorías, o regiones del ser. Mientras la sustancia es por sí mismo, los accidentes sólo pueden existir en la sustancia. Por ejemplo decimos que Juan (sustancia) es médico, viejo, gallego, etc (accidentes)..
Pero si no hay más que individuos cambiantes y perecederos y diversos entre sí ¿Cómo puede ser la  naturaleza algo coherente y racional?.Porque cada sustancia es lo que es por tener una esencia determinada, que además comparte con otras,  formando una especie. La esencia no es accidente. De cualquier accidente se podría prescindir en principio, podría haber uno u otro, pero no de la cualidad de ser hombre (que es la esencia de Juan). La esencia, es decir aquello que se es propiamente, es indisociable del individuo y lo constituye, marcando el horizonte de sus cualidades accidentales (por ejemplo un hombre puede ser sabio pero no invisible). Consecuentemente distingue entre la sustancia primera, (que es el individuo en su integridad) y la sustancia segunda,  que es   la esencia. No se trata de dos realidades distintas sino de una sola realidad, el individuo en tanto que constituido por su esencia.
Pero si la esencia existe inseparablemente de cada individuo, ¿cómo es posible que no desaparezca con estos?.La razón es que la esencia se transmite entre los individuos. Estos nacen y mueren pero la especie permanece, tal como justifica Aris. en la Física.
La Física se ocupa de explicar la naturaleza. Ésta se compone de las sustancias materiales o sensibles. Estas consisten en un compuesto de materia y forma. (hilemorfismo: hile= materia, morfé= forma). La forma es la esencia, a la que se refiere de esta manera al hablar de los seres naturales, la materia es aquello de  lo que está hecho. (Por ejemplo del árbol la madera.). No puede haber materia sin forma, ni viceversa. Como cualquier elemento material se puede descomponer en otros elementos materiales (la carne en sangre, agua, etc), estos tendrán también su forma característica, y así hasta el infinito. Ar. se ve obligado también a distinguir entre la materia primera que sería la materia absolutamente indeterminada común a cualquier elemento material y la materia segunda, que es la materia determinada con su forma correspondiente que podemos observar. Por otra parte la materia es el sustrato de la forma y aquello que individualiza, hace que se distingan los individuos que tienen la misma forma, pues la forma es siempre la misma para todos los individuos que la tienen. Pero lo decisivo de cada ser es su forma que  no consiste sólo en las cualidades esenciales sino , este es la gran aportación de  Aristóteles, el principio de actividad o principio vital en los seres vivos. Esto nos lleva al problema clave de la física: el problema del cambio o del movimiento.
La naturaleza es el conjunto de los seres en estado de cambio o movimiento. Lo propio de  los que no son algo estático y acabado sino que están en un constante llegar a ser lo que son.. Los seres naturales se caracterizan por “tener dentro de sí el principio del movimiento o del cambio y del reposo”. Este principio como hemos indicado coincide con su forma: es decir todo el cambio abarca la generación, desarrollo y muerte de un ser según su forma específica (como olivo, como hombre ..etc) . Toma como modelo eminente los seres vivos: para ellos ser consiste en nacer, crecer, madurar, conservarse y finalmente, es en definitiva el juego de llegar a ser y dejar de ser Pero el movimiento, la generación de algo, sólo es posible si su forma está pre-formada, si preexiste con anterioridad.. Un hombre sólo puede llegar al ser si  con antelación es hombre en potencia. Es preciso pues distinguir entre ser en potencia y ser en acto, el ser que desarrolla su capacidad y el ser realizado.  La aceituna es olivo en potencia, el olivo la aceituna en acto. El movimiento, el llegar a ser algo lo que es la actualización de lo que está en potencia. Es decir el movimiento o la generación no es algo que llega su término y se acaba sino un proceso permanente para llegar al fin, por el que cada ser realiza las capacidades y potencialidades que le son propias. Siempre estamos en movimiento, el reposo es un aspecto del movimiento.
La forma es el principio dinámico por excelencia: está en potencia para realizarse y está en acto mientras hace efectivo su poder. Por otra parte es la forma o esencia misma la que se actualiza y marca las condiciones de todo el proceso ( en un sentido parecido al hecho de que el ADN, la carga genética, marca las posibilidades de cada ser, y el individuo concreto es en cierta medida la realización de esas posibilidades).
La admisión del ser en potencia, es decir la categoría de posibilidad, es la gran aportación de la filosofía aristotélica, con la que  supera la oposición parmenídea absoluta entre el ser y el no-ser (al que  asimilaba el devenir) , que arruinaba la posibilidad de explicar el movimiento. A la vez da con ello respuesta al dilema platónico que obliga a elegir entre el mundo inteligible y el mundo sensible, entre la copia y el modelo: todo ser en efecto, es potencialmente lo que ha de ser según su esencia, mientras la esencia sólo existe en los individuos. La potencia es una forma de ser, aunque sea posibilidad no consumada, pues esta definida como el poder y disposición de ser algo determinado. En cierta manera es también no-ser pues lo que está en potencia todavía no es pero tiene como fin llegar  a ser. Es un no-ser privativo y no el no-ser absoluto (la pura nada), que hace imposible concebir el movimiento.
Hay que diferenciar por otra parte entre el movimiento sustancial, (que afecta a todo el individuo) y el movimiento accidental (afecta a un accidente o cualidad del individuo) entre los que se haya el movimiento de cambio de lugar.
Como el movimiento o cambio equivale al producirse algo hay cuatro causas del movimiento. (Para Arist. causa es aquello que interviene en la producción de algo).
.eficiente (el ser que produce otro ser),
.material (la materia de la que se hace),
.formal (la esencia que se realiza)
.final (aquello para lo que se produce algo). 
 

 La Cosmología  y la Teología son consecuencias de la Física. EL primer hecho elemental del universo es el movimiento de los cuerpos en el espacio.¿En qué consiste el  movimiento local?. Ar. Lo explica por la teoría de los lugares naturales. Los elementos últimos de la naturaleza son la tierra, el agua, el aire y el fuego, además del éter, que ocupan en el espacio un lugar fijo y preestablecido conforme su naturaleza: de lo más denso a lo más ligero. La tierra abajo por ser la más densa, el éter arriba en el cielo donde se mueven los astros. Cualquier cuerpo en movimiento o fuera de su lugar natural tiende a dirigirse automáticamente a su lugar natural (realizando un movimiento natural), cosa que sólo puede evitarlo si hay una fuerza externa que se opone. Si obedece a esa fuerza estará en movimiento violento.. Ar. justifica así la teoría geocéntrica que incluye la creencia en la circularidad de la tierra y  del  movimiento de los planetas a su alrededor. La tierra ocupa el centro del universo, a su alrededor se mueven los planetas en un círculo perfecto, al fondo de todo el límite del universo: el círculo de las estrellas fijas. Estamos ante un universo finito, circular y perfecto, en un movimiento continuo y eterno.
A partir de estos principios Ar. lleva hasta sus últimas consecuencias la concepción teleológica y holística de la naturaleza ideada por Platón. La naturaleza es en su conjunto un todo coherente  en la que, como sucede en un organismo vivo, los seres que la integran tienen una función característica según su esencia y finalidad. Pero a diferencia de Platón el principio del movimiento de cada ser y del conjunto de la naturaleza no es una fuerza exterior trascendente como las Ideas, sino que es interno a todos los seres.
La naturaleza en su conjunto es un todo ordenado jerárquicamente  de especies y géneros. Los individuos de cada  especie desaparecen pero al reproducirse aseguran la continuidad de su especie. Así el orden de la naturaleza y sus especies es eterno y se mueve repitiendo los mismos ciclos de acuerdo con el movimiento perpetuo de los  astros alrededor de la tierra Pero nada sería posible si no hubiera un plan que gobierna todo el universo, en el que cada ser y especie tiene una finalidad encomendada. Para Ar. esto requiere admitir la existencia de la Divinidad como causa y motor del universo. Dios es la sustancia que se identifica con el plan ideal del universo. Ocupa el mismo papel que el Bien y el reino de las Ideas de Platón, pero evita la figura mítica del Demiurgo. Dios sería acto puro (es decir carece de potencia porque en su esencia está consumado y es perfecto) y pensamiento puro (Ar. Dice “pensamiento de pensamiento” pues solo piensa en si mismo, es decir las Ideas que conforman su mente).
Dios y el universo son eternos. Dios coexiste  eternamente con el universo sin  actuar sobre él. ¿Cómo mueve al universo? Lo mueve sin moverse, es un motor inmóvil: en virtud de su misma perfección (si actuara sobre el universo sería imperfecto), atrae amorosamente a los seres. El movimiento de estos, su existencia, es en cierta manera un perpetuo esfuerzo por  realizar el plan contenido en las ideas de la divinidad.
Los seres vivos como todos los seres naturales son compuestos de forma y materia. La forma es el alma que Aristóteles entiende como principio vital del organismo inseparable del cuerpo. Las plantas tiene alma vegetativa, con las funciones de nutrición y reproducción; los animales tiene alma sensitiva-motora, con las funciones de  la sensación y locomoción en función de los apetitos; el hombre tiene, además de las funciones anteriores,  alma racional, con pensamiento discursivo y capacidad deliberativa en vistas a la acción. Ar. No se pronuncia sobre  la inmortalidad del alma humana, aunque lo más coherente sería su mortalidad.

 

Teoría del conocimiento y de la ciencia. Todo el edificio aristotélico del  conocimiento y de  la ciencia descansa en el desarrollo del ideal socrático de conocer las esencias de las cosas haciendo explicitas sus propiedades. Tal es para Aristóteles el fin de la definición de la esencia,  consistente en dar con  el genero (lo común a  un conjunto de especies) y la diferencia específica (la nota exclusiva de una especie dentro de un genero). Por ejemplo la esencia de hombre es “animal (género) racional (diferencia específica).
El conocimiento humano parte de la experiencia y se dirige a captar las especies o esencias universales lo que hace por abstracción, consistente en separar de entre el material sensible  los contenidos esenciales comunes a todos los seres particulares, es decir la forma. El conocimiento empieza en la experiencia, que suministra los datos de las cualidades de las cosas. El entendimiento extrae entre estos datos la forma que comparten los seres individuales y por medio de la imaginación y la memoria esta forma perdura en nosotros. Distingue entre el entendimiento el entendimiento paciente que capta la forma y por medio de la memoria se queda con ella mentalmente en la forma de un concepto, mientras que el entendimiento agente, además de proceder a extraer la forma de entre todas las cualidades sensibles, establece, una vez captada, las relaciones de semejanza y diferencia con las demás esencias formales y cualidades para   avanzar hacia un saber cada vez más general.
La ciencia es en su forma ideal un conocimiento Universal y Necesario, es decir válido para todos los seres y que sabe el por qué algo es como es. Aristóteles distingue entre ciencias teoréticas y ciencias empíricas.
Las ciencias teoréticas investigan las primeras causas o los primeros principios de la realidad. Se basan en el razonamiento y  son propiamente Universales y Necesarias. Cuenta como tales a la Metafísica (a la que denomina filosofía primera) que estudia el ser en cuanto ser, y la Física que estudia a los seres naturales <vease>. También se acepta que incluía la teología como parte de la metafísica.
Las ciencias empíricas estudian los seres particulares y por tanto de lo posible, se basa en la experiencia y no son en principio necesarias sino sólo probables, pues lo particular puede ser de muchas maneras y cada vez de manera diferente. No obstante Aristóteles propone como ideal científico:
a)      explicar el por qué de las cosas a partir del conocimiento de sus cuatro causas <veáse la Física>.
b)      demostrar  la necesidad de un hecho o de una propiedad particular a partir de principios o premisas evidentes. En este caso el problema es como asegurar la verdad de esas premisas, cosa que Aristóteles piensa que sólo puede hacerse o por puro razonamiento o por inducción. Así fundamenta por ejemplo las ciencias biológicas como la zoología o la botánica.
La ética de Aristóteles forma una unidad coherente con su ontología y física. Es una parte fundamental de su filosofía en la que se muestra la armonía entre la vida humana y el orden natural.
Además del saber teórico cuyo fin es la ciencia como conocimiento universal y necesario, hay un saber práctico sobre la ética, los asuntos propios de la vida humana. La ética versa sobre la vida buena, el bien supremo para la vida humana.
Este bien es el fin último de la vida y consiste en la felicidad pues todo lo buscamos en vistas a ser felices. ¿Pero como es la felicidad? Como todo ser natural la vida se define por el fin que  nos es propio y la felicidad sería una vida en actividad, es decir realizando nuestras capacidades potenciales, tal como es propio de todos los seres naturales. A esto le llamamos actualmente autorrealización. En su contenido concreto la felicidad (eudaimonía) no es una meta última más o menos lejana, sino vivir de acuerdo con nuestra naturaleza: esto es vivir de acuerdo con nuestra razón, actuar racionalmente deliberando y eligiendo correctamente. Una vida feliz es necesariamente lado una vida virtuosa, una vida que se atiene a la excelencia.. La virtud (areté) es un hábito, que adquirimos por aprendizaje y experiencia, dirigido hacia el bien, hacia la felicidad. Es también el término medio entre el exceso y el defecto, actuar equilibradamente apreciando adecuadamente todos los aspectos  importantes que nos conciernen. Es muy variado el abanico de virtudes  morales en razón de nuestras diversas capacidades y actividades (fortaleza, templanza, valentía, magnanimidad, amabilidad..etc). Pero la virtud más determinante, pues influye en todas las demás es la prudencia, una virtud intelectual de transcendencia ética. Consiste en la correcta apreciación de los fines pero sobre todo de los medios para conseguirlos. Implica conocernos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea, usando la experiencia y el saber práctico sobre las contingencias de la vida, más que los principales universales abstractos. En definitiva el hombre feliz es el hombre que vive racionalmente, es decir de forma prudente y virtuosa, es decir ciñéndose al justo medio.
Aunque cada hombre tiene una felicidad a su medida, la felicidad plena que nos corresponde como seres racionales sería la sabiduría, pues sólo el saber satisface las necesidades profundas de la razón. Pero nuestra limitación e imperfección  como mortales impide  que seamos sabios en el sentido estricto, es decir que poseamos la verdad. Esto sólo está  al alcance de los dioses. La máxima felicidad a la que el hombre puede aspirar es a la filosofía, a la búsqueda permanente de la verdad. A su manera el filósofo imita a la divinidad, el ser perfecto absolutamente feliz al contemplarse a sí mismo.
La Política se ocupa de la organización de la sociedad en vistas al bien común, más especialmente de mejorar moralmente  al hombre en vistas al bien común. El hombre es por naturaleza político, “un animal político”, pues necesita vivir en sociedad y depende de la sociedad. La razón primera de que somos esencialmente animales sociales es el hecho de que nuestra vida se cimienta en el lenguaje y no podemos vivir sin cooperar entendiéndonos hablando. La polis es la forma de sociedad y de comunidad más desarrollada posible pues es la más conforme con la naturaleza racional humana. Las formas más primarias son la familia y la tribu  que es una agrupación de familias. Mientras la familia y la tribu se rigen por los orígenes comunes y las costumbres, lo propio de la polis es regirse por la ley  (nomos) que es igual para todos (isonomía). La ley es fruto de la capacidad del hombre de razonar y dialogar debatiendo los asuntos públicos. Es por eso que Aristóteles todavía conserva el ideal tradicional del gobierno de la polis basado en la participación de los ciudadanos en la administración de los asuntos públicos y en la discusión pública. En la polis el hombre entra en relación con sus semejantes como ciudadano, como igual en derechos y deberes pues es igual ante la ley. La polis es conforme a la naturaleza racional del hombre y ha de funcionar lo más racionalmente posible, teniendo en cuenta que el hombre es también en parte irracional. Por ello la virtud más importante de las relaciones humanas es la justicia. Ar. distingue entre la justicia conmutativa (tanto te doy, tanto me das) y justicia distributiva (dar a cada cual lo que se merece).
En lugar de postular un modelo político perfecto,  Ar. cree que una Constitución adecuada a las peculiaridades de cada sociedad el mejor camino para que la sociedad sea lo más justa y feliz. Examina las características de las diferentes constituciones posibles: la monarquía (gobierno legal de uno sólo), la aristocracia (gobierno de los mejores) y la democracia (gobierno de la mayoría). En  principio las tres tienen aspectos positivos que pueden servir para propiciar la justicia y el bien común. Pero hay que evitar que degeneren en  tiranía, oligarquía y demagogia respectivamente, regimenes en los que predomina los intereses particulares sobre los generales. Ar. no ofrece una alternativa definitiva sino que de forma práctica y realista señala lo que sería más conveniente en las diferentes circunstancias, preconizando eso sí que todo régimen se apoye en  una mayoría de “clase media” que equilibre las tendencias extremistas.

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