Estaba el maestro sentado en el poyo de la puerta de entrada de su
habitáculo, no sé si sabe si pensando en algo o tratando de no
pensar. Su mejor discípulo se paseaba preocupado por un examen
temprano dedicado a un tema sorpresa que su profesor le propondría.
Tendría que improvisar sobre algo no preparado y desconocido. Se
atrevió a aproximarse tímidamente porque creía que hablar con el
maestro podría serle útil. Sin modificar lo que parecía una figura
inmutable el maestro le invitó con una seña imperceptible. El
discípulo se dirigió desde la distancia suficiente para que se le
pudiese escuchar tomando asiento sobre la hierba.
Discípulo.
-Dime maestro en qué consiste una persona mala y otra buena.
Maestro.
-Pues que la mala es la que hace algo malo y no siente remordimientos
ni vergüenza, mientras la que puede ser buena hace algo malo y
siente remordimientos y vergüenza.
D.-Pero
entonces tanto el bueno como el malo pueden igualmente hacer cosas
malas. ¿Qué importancia tiene como se sienten si hacen o pueden
hacer lo mismo?.
M.-Pues
que el malo no tendrá problemas en volver a hacer lo mismo y el
bueno se lo pensará mucho y se resistirá a hacerlo.
D.-
¿Pero sentir remordimientos garantiza no volver a hacer algo malo?
M.-Claro
que no, pero indica que se tiene buena voluntad y en algunos casos
ganas de ponerla en práctica.
D.-Entonces
los buenos y los malos tienen las mismas inclinaciones, sólo que
algunos la quieren y otros la rechazan, las realicen o no.
M.-No
es exactamente así, el bueno se va perfeccionando y se puede ir
desprendiendo de las malas inclinaciones, mientras el malo al no
cultivarse deja que se desarrollen las malas inclinaciones.
D.
Pero entonces no es la capacidad de resistir las malas inclinaciones
lo que distingue al bueno del malo, sino el tenerlas más o menos.
M.-En
cierto modo, pero en realidad las dos cosas. Cuanto más fuertes son
las buenas inclinaciones y viceversa, más puedes resistir, porque
menos necesitas resistir.
D.-Comprendo,
pero algo no entiendo. ¿No son las inclinaciones involuntarias o
podemos estar inclinados a lo que queramos?.
M.
En cierta manera sí. Nuestras inclinaciones son en principio
involuntarias pero no hacen por sí solas que queramos lo que
quieren. Es preciso que consintamos. Pero también puede que nos
inclinemos a cosas que queremos sin tener de antemano inclinación a
ello. Alguien que se propone un negocio sin tener inclinación a ello
puede acabar inclinándose a él como si lo quisiera. En realidad si
eso ocurre, lo quiere.
D.-Si
es así además de controlar las inclinaciones y las pasiones podemos
crear algunas. Parece extraño.
M.-Es
que en realidad lo que más depende de nosotros es la voluntad de
querer, querer querer, aunque parezca que esto no tiene sentido. Pero
hay que tener en cuenta que lo que podemos querer está siempre por
descubrir.
D.-Pero
las inclinaciones y los impulsos siempre están ahí aunque se
adormezcan, es difícil inclinarse hacia algo para lo que no estás
inclinado de antemano.
M.-Veamos,
en el fondo no se puede saber cómo se originan nuestros impulsos, si
consideramos tal lo que nace en nosotros y no por nuestra voluntad.
Pero sí que sabemos que el hombre puede poner límites
infranqueables para su voluntad y por medio de su voluntad.
D.-
No entiendo. ¿Quieres decir que todo lo podemos reprimir y decidir
lo que queremos y no queremos?.
M.-No
exactamente. Podemos atenernos a lo que es aceptable o rechazable,
pero eso no significa que lo aceptable es lo que no reprimimos y
rechazable lo que reprimimos.
D.-
¿No tenemos que reprimirnos para ser buenos?
M.-Seguramente
es lo contrario. Cuanto más represión necesitamos y ejercemos más
malos podemos ser . Mientras que cuanto más hacemos una cosa porque
la queremos menos aparece la represión .
D.-
Eso vale en teoría, pero cualquiera sabe que queremos hacer lo que
no nos atrevemos a hacer por miedo al castigo.
M.-Puede
ser pero eso no significa que si no hacemos algo malo, sea por miedo
al castigo o que si hacemos algo bueno sea por alcanzar un premio.
D.-Pero
es frecuente…, quizás lo más frecuente.
M.-Cierto,
pero entonces no es bueno, aunque tampoco malo.
D.-Esto
nos devuelve al comienzo de lo que hablábamos. Si tanto el bueno
como el malo pueden obrar mal y si las inclinaciones son
involuntarias y en principio están igualmente predispuestos, pues
ambos son igualmente libres o libres en igual medida, ¿no es cierto
que lo único que cuenta es al fin y al cabo el temor al castigo?. Es
decir que el uno se atreve a hacer lo que el otro quiere pero no se
atreve.
M.-Me
tratas de confundir. Te he dicho que no se trata de reprimir las
malas inclinaciones sino de ser propenso a no tenerlas porque se uno
inclina hacia lo bueno, lo que tiene más valor y no lo que tiene
menos valor. El bueno es el virtuoso, el que es propenso a lo bueno.
D.-¿Pero
está inclinado a la virtud o la virtud se adquiere y enseña?.
M.-Esto
me recuerda otros tiempos que “nunca van a poder volver”. Veamos.
La disposición hacia el bien no es una inclinación natural ni
producto de esta. En algo se aprende pero no se puede enseñar como
las matemáticas o la estrategia para una batalla.
D.-¿Entonces
el bueno es el que está dispuesto a aprender o investigar lo que es
bueno y malo el que no está dispuesto a hacerlo?.
M.-Es
cierto pero sólo en el sentido de que sólo el que quiere el bien
está dispuesto a aprender lo que es el bien. El malo no es malo por
no querer aprenderlo sino que no lo quiere aprender porque no quiere
ser bueno.
D.-Pero
esto lo complica todo. No entiendo ni como se puede aprender algo
sino te lo enseñan, ni cómo puede alguien querer ser bueno sino
conoce lo que es el bien. Menos aun entiendo que alguien esté
predispuesto al bien y otros no, a no ser que esa predisposición sea
una inclinación natural e involuntaria.
M.
Vayamos por partes. Creo que hay dos maneras de aprender y enseñar,
la una escolar y la otra práctica. Relacionamos usualmente aprender
con lo primero, pero en realidad la enseñanza y el aprendizaje
escolar sistematizan la enseñanza y el aprendizaje práctico y se
nutren de él. Vivir comporta aprender lo que la vida enseña y nos
ponemos a aprender aquello hacia lo que más predispuestos y
receptivos estamos. La predisposición y la receptividad son dos
hermanos siameses. Se nos ayuda a andar porque estamos predispuestos
a andar. Podemos aprender ciertas cosas con relativo interés por
ellas mismas, por ejemplo para aprobar un examen o para ejercer un
trabajo. Pero es un aprendizaje superficial por muy dotados que
estemos. Por el contrario es imposible aprender a aprender sino se
está interesado por el aprender. Y al fin y al cabo querer aprender
a aprender es querer aprender lo que es bueno. Pues como no se puede
enseñar lo que es el bien, no se puede aprender directamente sino
aprendiendo a aprender.
D.-Pero
también el malo puede querer aprender cosas que le sean útiles,
incluso para aprovecharse de los demás y engañarlos. Y eso igual el
malo que mucha gente que no es mala.
M.-Cierto
pero nunca el malo querrá aprender a aprender. No sale de lo útil,
igual que, como bien dices, muchas personas. Por eso estas corren
peligro de caer en el mal, aunque no lo quieran, si la vida les va
mal o fallan las referencias morales que los amparan, las costumbres
desde las que vive.
D.
Esto que dices también tiene su enjundia, pero no quiero olvidarme
de lo que dices del aprender. ¿Significa que en relación con el
bien sólo podemos aprender lo que llevamos dentro y que por tanto
como decía Platón aprender es recordar?.
M.-Me
llevas al abismo, pero basta salir del apuro decorosamente. Creo que
aunque no tengamos necesariamente una inclinación hacia el bien, ni
que aunque no se pueda demostrar que la voluntad se incline
naturalmente hacia el bien, todos tenemos un sentido del bien y es
imposible no sentirnos concernidos por ser buenos. Es eso lo que nos
hace buscarlo y tratar de aprender.
D.-Pero
¿no es más bien la sociedad la que de alguna forma determina lo que
es bueno y malo y nos lo inculca?. Es decir que lo tú denominas bien
sería en definitiva una convención social para asegurar la cohesión
social.
M.-Sin
el sentido del bien, sin la idea previa de que algo es bueno o malo,
la sociedad no determinaría lo que es bueno y malo, en caso de que
lo pudiera determinar. Sin el sentido de lo bueno y lo malo no habría
sociedad. Precisamente porque a partir de ahí la sociedad conviene,
de alguna manera que no sabemos, lo que es bueno y malo, es por lo
que tenemos cada uno que buscar lo que es bueno y malo para ser
buenos.
D.-¿Se
puede equivocar entonces la sociedad sobre lo que es bueno y malo?.
M.-Precisamente,
dado que no se sabe bien porque se toma algo por bueno o malo. Pero
en general hasta el más sabio se puede equivocar.
D.-¿Pero
entonces lo que diferencia en la sociedad lo bueno y lo malo es algo
arbitrario?.
M.-
En parte sí y en parte no. La sociedad actúa por tanteo , por
ensayo y error. Todo depende de que algo funcione.
D.-¿Entonces
es bueno lo que funciona y malo lo que no?.
M.-
Desde un punto de vista social en gran parte es así. Lo bueno y lo
malo se rigen por las costumbres, usos y normas. En sentido estricto
no hay un uso que establezca lo bueno y lo malo como tal, sino que se
entiende por bueno lo que se conforma a ciertos usos, como bien
sabes. Cosa complementaria son los códigos morales que vienen a
sancionar esos usos. Como la fuerza de las costumbres es su misma
existencia, es decir su capacidad de perdurar, se puede decir que las
costumbres y los usos avalan lo que es bueno. Su misma persistencia
es un argumento a favor. Un ser que perdure tiene que ser algo bueno,
de lo contrario no perduraría.
D.-Pero
las costumbres, los usos y los códigos morales son diferentes de una
sociedad y cultura a otra. ¿Lo que es bueno para uno puede ser malo
para otros?.
M.-Te
olvidas que estamos hablando ahora de lo que funciona como bueno
socialmente. Si el bien fuera exactamente eso habría que admitir lo
que dices. Pero eso es una sola faceta del bien. Si nos limitáramos
a ella lo bueno sería lo socialmente útil, lo que facilita la
adaptación de la vida de unos a la de los demás, es decir la mezcal
de conveniencia y de convivencia. Pero el bien es además la
posibilidad de que la propia vida de uno mejore la vida de los demás.
D.-No
alcanzo a ver la diferencia.
M.-Piensa
que no es lo mismo lo que se hace por propia iniciativa que lo que se
hace porque está estipulado o por conformarse a lo estipulado. Los
usos pueden servir de base para el ejercicio de nuestra libertad,
pero puede ocurrir que este ejercicio rebase lo que la sociedad puede
en un momento admitir y reclame nuevos usos. Si lo bueno se
identificase con lo que así se entiende en una sociedad o cultura
esta sería inmutable.
D.-Pero
también las sociedades cambian y se transforman en lo que se refiere
a sus códigos y costumbres.
M.-Sí
pero o bien por influencia de otras o por iniciativa de algunos
individuos o por ambas cosas. En todo caso eso indica que el sentido
del bien es anterior a la interiorización de lo que se tiene por
bueno o malo, o que por lo menos no coincide con ello y como se puede
decir cada pájaro tiene sus alas.
D.-
Si fuera así, ¿de dónde procede el sentido del bien? Por lo que
dices parece congénito, ¿no decías que no se puede hablar de que
estemos naturalmente inclinados hacia el bien? Al fin y al cabo el
hecho de que las culturas y sociedades no sean inmutables ni
impermeables las unas a las otras es un indicio pero no una prueba.
M.-Parece
un misterio y en cierta forma lo es. Hay no obstante algo evidente,
que todos sabemos que la vida ajena tiene que ver con la propia y que
lo que sea nuestra vida no es algo indiferente. No podemos vivir sin
saber que somos responsables de nuestros actos y que nos concierne
tanto nuestra vida como la ajena.
D.-Admito
que podría ser así, pero también podría ser una obligación
social que no tenemos más remedio que admitir. Por muy conscientes
de que somos responsables ante la sociedad y responsables de nuestra
vida, no significa que sintamos el bien, que nos sintamos concernidos
por los demás ni siquiera por uno mismo. ¿No puede cualquiera vivir
con indiferencia de los demás y hasta también de lo que uno sea o
deje de ser?, ¿en qué te basas pues para decir que tenemos un
sentido del bien?
M.-Creo
que desde el momento que sabemos que las cosas que hacemos pueden ser
buenas o malas o incluso indiferentes, pero no por motivos
arbitrarios, sino porque así son las cosas, tenemos un sentido del
bien. Es imposible saber que existe el bien y el mal y no sentirnos
concernidos a ser buenos o malos, aunque no sepamos por nosotros
mismos qué sea lo bueno y qué lo malo. Precisamente el malo no
sería malo si no se sintiese concernido a ser bueno.
D.-
¿No es más bien que no se siente concernido?. Le importa poco que
lo que hace sea malo cuando lo es, porque no se siente concernido a
ser bueno. La prueba es que muchos malos como has dicho no sienten
remordimientos ni culpa.
M.-Estas
a punto de revolcarme y no sé si lo has conseguido. En tu favor
tenemos la respuesta de Cain cuando se sintió descubierto. “¿Acaso
soy el guardián de mi hermano?”. Pero en realidad se sintió
descubierto por sí mismo y quiso ocultarse de sí mismo. Creo que
los que carecen de sentido de culpa han aprendido a ocultarse de sí
mismo, han perdido el respeto de sí mismos. Piensa que saber que
existe el bien o el mal no es lo mismo que saber que existe el verano
o el invierno. No podemos prescindir que seamos responsables de lo
que hacemos y de que nuestra vida sea un negocio intransferible.
Podemos actuar como si no fuera así, es decir autoengañándonos y
la vida ofrece muchas oportunidades para conseguirlo y acomodarnos en
el autoengaño.
D.-Me
desconciertas. ¿Significa eso que los malos se sienten culpables y
que luego se perdonan a sí mismos y se olvidan de su culpa?
M.-Todo
lo contrario, se esconden de sí mismos, y eso significa no sentirse
culpables para nada. Es prácticamente la misma cosa. Lo importante
es que están decididos a olvidarse de sí mismos. Mira los grandes
monstruos de la humanidad no han sobrellevado culpa alguna por sus
atrocidades y aberraciones, estoy seguro. Sino no podrían haber
vivido de esa manera. Hitler por ejemplo sentía tanto odio que la
maldad le producía entusiasmo, no remordimiento. Pero era fuerte en
el odio porque lo jaleaba el pueblo y tuvo éxito. El bueno puede
sobrevivir con su propia conciencia. El que vive del odio sólo
sobrevive si le siguen. El éxito en el mal paradójicamente
fortalece al malvado y le permite ocultarse de sí mismo, cualquiera
que sea la faceta de la vida.
D.-Sí
pero también me han hablado de gente perdida y desesperada que por
esta desesperación y vacío se vuelven contra los demás como fieras
y no se arrepienten. ¿Es por qué, cómo has dicho, hacer el mal les
gratifica?
M.-En
el fondo se trata de lo mismo, tipos como Hitler han encauzado
socialmente su maldad y otros que no lo consiguen son propensos a
revolverse contra sociedad. Hacer el mal tiene una ventaja, es muy
fácil para quien está decidido y al hacerlo quien lo hace con esa
voluntad se siente muy gratificado.
D.-
¿Cómo es eso? Me estremeces.
M.-
Muy sencillo, se siente poderoso. Es una de las formas más fáciles
de sentirse poderoso si previamente te has destruido a ti mismo.
Piensa que la inclinación al mal tiene que ver con la impotencia o
más bien con la frustración que va unida a la impotencia. La maldad
impune lo resuelve. Pero esto no es más que un apunte. Me interesa
dejar más claro la idea de que todos tenemos el sentido del bien,
aunque desconozcamos lo que es el bien y tengamos que buscarlo. Si
tuviéramos sentido del bien ¿a qué lo atribuirías?
D.-No
lo sé, pero como se suele decir y creer que somos seres racionales y
libres y que por tanto podemos distinguir el bien del mal.
M.-Pero
has dicho antes que aunque podamos distinguirlo no tenemos por qué
sentirnos concernidos. Por ejemplo un ordenador artificial podría
distinguir, según los códigos que se manejen en su programa, entre
el bien y el mal, pero no por eso tendría el sentido del bien.
D.-Cierto
ya te lo he dicho antes. Me copias…con perdón
M.-Concedido
por ahora. Entonces te pregunto no por la capacidad de distinguir
sino por el sentido del bien. Si lo tuviéramos ¿a qué se debería?
D.-Es
que no tengo claro que lo tengamos y antes te pedí que lo probaras,
sino recuerdas. Pero admito tu pregunta porque me horroriza pensar
que podamos ser como las máquinas. Diría simplemente que es algo
constitutivo, algo que nos define como seres humanos. Algo que está
comprendido en el hecho de que no sólo entendemos sino que también
sentimos y no podemos no sentir. El gran filosofo Zubiri dice que
somos inteligencia sentiente.
E.-Claro
porque sentir es comprender más profundamente, o al menos asumir la
necesidad de comprender y vivir lo que se comprende. Que algo
adquiere relevancia a través nuestro. Piensa en ello , ¿en realidad
qué comprendemos cuando sentimos que algo es bueno o malo?
D.-Pues
que somos responsables de ello y que está en juego algo más que
nosotros mismos y que incluso las consecuencias inmediatas de lo que
hacemos. Creo que comprendemos que está en juego la dignidad, la
calidad de lo que somos, y en cierta manera la calidad de las vidas
ajenas… Bueno no sé si tenemos ese sentido pero al menos me
tranquiliza que puede haber algunas razones por las que no somos
exactamente igual que las máquinas.
M.-
¿Te queda alguna reserva?
D.-Que
no comprendo cómo alguien puede sentir el bien y el mal y se pueda
ocultar, olvidarse de sí mismo. Los que más se tienen en cuenta son
los egoístas y me cuesta pensar que un malvado no sea egoísta. ¿No
es más fácil admitir que somos egoístas primero que nada y que de
no corregirnos y de dejarnos llevar por el egoísmo nos tornamos
malvados?
M.-Pero
¿qué me dices de Hitler?, por ejemplo. ¿Dirías que no creía
sacrificarse por su pueblo?, ¿dirías que todo lo que hizo lo hizo
por egoísmo?
D.-
¡Por supuesto que era egoísta!, ¡egoísta total!, anteponía su
idea a todo lo demás sin ningún escrúpulo. Pero claro era una idea
equivocada y malvada.
M.-Que
seguramente él creía buena. ¿Era egoísta por ser idealista o era
idealista aunque equivocado? Normalmente cuando decimos que alguien
es egoísta queremos decir que sólo se preocupa de intereses
personales, no sociales, aunque admitimos que quien obra por alguna
causa pública puede hacerlo estimulado por la ambición de poder.
Pero si se atiene al bien de esa causa lo tenemos por idealista
aunque sea un ambicioso.
D.-Es
que lo que animaba a Hitler y a cualquiera que persiga una causa
malvada es la ambición de poder. No sé a dónde me quieres llevar.
M.-Te
preguntaba si la maldad es lo mismo que el egoísmo. Si no fuera el
caso que personas egoístas o que se comportan normalmente de forma
egoísta tiene igualmente el sentido del bien y que no se ocultan a
sí mismos.
D.-
Pero decimos que malo es el que se comporta egoístamente no alguna
vez sino constantemente y sin altruismo alguno. No entiendo que
cambie la cosa el que tengan el sentido del bien.
M.-
¿Dirías que un médico que tiene ambición de notoriedad y de
destacar profesionalmente y que para ello se aplica escrupulosamente
a su trabajo y salva vidas y cura es un egoísta?.
D.-Lo
sería de dejar de hacer bien algo para alcanzar notoriedad o
influencia o más retribuciones. Si hace bien su trabajo no hay nada
que objetar aunque sólo quiera su propio bien. Pero creo que en la
práctica es difícil que algo así se suceda, es decir que se haga
bien el trabajo sólo por vanidad y no por algo de altruismo.
M.-Entonces
reconoces que se puede actuar bien aun cuando se haga por egoísmo,
es decir que no se busque el bien por sí mismo sino porque a uno le
conviene más que el mal.
D.-No
exactamente, reconozco que una cosa es la maldad y otra el egoísmo
que pueda ir acompañada de altruismo. La maldad sería ser
exclusivamente egoísta.
M.-Pero
te contradices, has admitido que un médico egoísta, que sólo busca
notoriedad, no sería malo si hace las cosas como debe.
D.-En
modo alguno me contradigo. Quiero decir que es malo si es egoísta y
no obra como debe, si en caso de tener que optar entre obrar como
debe y obrar egoístamente hace lo segundo.
M.-Entonces
para ti obrar bien o mal no tiene que ver con la intención, como
decía Kant. Se puede obrar bien aunque no se quiera el bien.
D.-Es
que el egoísmo no es por sí malo si se atiene a ciertas normas.
M.-Toma
nota y no te olvides de lo que has dicho. ¿No acabas de admitir que
la maldad no consiste en el egoísmo aunque tenga que ver con él?
D.-Admito
que es una forma de egoísmo, la que hace del egoísmo el principio
del obrar especialmente cuando hay que elegir entre egoísmo y
altruismo. Lo que no concibo es que pueda haber maldad sin egoísmo y
que un egoísta puro no sea malo.
M.-
¿Cómo llamarías entonces a los que obran con egoísmo pero
respetan sus obligaciones, por conveniencia claro? ¿Buenos o malos?,
o ni lo uno ni lo otro.
D.-
Son más bien las dos cosas en parte, yo diría que más bien son
correctos. Creo que es lo que más abunda en el mundo ¿no te parece?
M.-No
lo tengo muy claro. Me inclino a considerarlos buenos pero con alguna
salvedad. Por ejemplo si hay cosas que mancillan la dignidad humana y
no pueden apoyarlas o colaborar con ellas, aunque en su vida sean
algo egoístas. En realidad estoy de acuerdo contigo en que la
mayoría somos en parte egoístas y en parte altruistas, pero lo que
nos marca y define es si podemos hacer ciertas cosas que de ninguna
manera se deberían hacer. Los buenos no pueden sobrepasar de ninguna
manera ciertos límites que tiene que ver con la dignidad humana.
Creo que estos son los que pueden tener remordimientos y vergüenza
por lo que hacen a veces aunque no hayan sobrepasado esos límites y
por supuesto si los sobrepasaran.
D.-¿Pero
cómo puedes estar seguro que quien obra con egoísmo habitualmente
va a ser comedido y correcto y no estará propenso normalmente a
colaborar con la indignidad o al menos a mirar para otro lado si así
le conviene?.
M.-Esto
es imposible de saber y es cierto que quien tenga el hábito de obrar
egoístamente, hará lo que dices probablemente. Pero tenemos que
distinguir entre obrar mal y ser malos, no lo hacemos y nos lleva a
confusión. No es lo mismo el que considera su egoísmo una debilidad
y lo reconoce, que quien se enorgullece del mismo porque con ello se
demuestra su poder y eleva su autoestima como dicen los psicólogos.
De la misma forma que no es lo mismo hacer lo correcto aunque con
ambición, que no hacerlo por ambición. Incluso los santos han
estado siempre obsesionados por el temor a buscar la santidad por
vanidad y el mismo Lutero predicó que cualquier acto humano se nutre
del egoísmo. Claro que para Nietzsche eso demostraba que la santidad
era una superchería y que el santo busca ante todo sentirse más
poderoso que los demás.
D.-
¿Estás de acuerdo con ello?
M.-Sabía
que me lo preguntarías. Creo que en el hombre bueno, en principio
cualquiera, es más fuerte la querencia del bien, pero es fácil que
la entrega al bien trate de cubrir carencias y frustraciones. Pero
frente a Nietzsche diría que sin el sentido del bien no sería
posible ni siquiera que esas carencias se sublimasen. No comparto que
el sentido del bien sea resultado de la sublimación de nuestros
impulsos de poder, pero admito que puede funcionar de catalizador de
frustraciones y debilidades. Por eso es necesario el conocimiento y
la experiencia, el empeño en encontrar el bien por uno mismo. A eso
se refería el maestro de los maestros cuando decía que lo más
importante es conocerse a sí mismo.
D.-
¿Pero si no estás de acuerdo en que el malo es el que antepone su
egoísmo a todo lo demás?, ¿que puede ser la maldad?
M.-Es
que tendríamos que examinar la diferencia entre obrar mal y tener
maldad o ser malvado. Reconocerás que si Hitler era egoísta no lo
era en el mismo sentido que lo puede ser un comerciante que defrauda
a sus clientes para ganar más.
D.-Pues
no veo la diferencia…
M.-
¿No crees que en Hitler todo era odio, o al menos el motivo
fundamental era el odio, y que el motivo del comerciante es el
lucro?, ¿no te parece importante la diferencia?
D.-Pero
es que el odio se debe al egoísmo, es más se debe al egoísmo
supremo de ser más que nadie. Los que así sienten consideran a los
demás despreciables y dignos de quedar sometidos a su poder.
M.-
¿Entonces el egoísmo es soberbia y nace de la soberbia como dice el
cristianismo?
D.-
Cierto, pero también es resentimiento y fruto del resentimiento como
decía Nietzsche. Porque en realidad el resentimiento es una forma de
soberbia, el odio contra quien es como uno quisiera ser sin poder
serlo.
M.-Sigues
con lo mismo y veo que no te he convencido cuando te decía que sólo
se puede sublimar algo como bueno si existe el sentido del bien. Tal
vez los humildes se muevan por envidia pero en caso de que sufran
injusticia es inevitable que la sientan. El hecho de que se mezcle la
envidia con sentirse ofendidos injustamente no significa que sólo
actúen por resentimiento. Lo único que se puede decir es que la
injusticia alimenta el resentimiento y que el afán de justicia puede
torcerse en resentimiento. Pero a lo que iba ¿crees que el
comerciante que sólo busca su lucro lo hace por odio?
D.-
Claro que no, sólo odiará a quien le ponga trabas para su
propósito.
M.-
¿Y dirías que es soberbio?, me refiero a si buscar el lucro por el
lucro es soberbia.
D.-No
veo claro que así sea, sería soberbia si sólo le importara tener
más que los demás, pero si sólo le importa tener más de lo que
tiene o tener cada vez más es sólo interés. O tal vez si sufre
frustraciones continuas y no puede lucrarse empiece a odiar a todos.
M.-Dejemos
esto último por ahora que nos desvía. Entonces si el comerciante
del que hablamos es interesado, ¿es egoísta por ser interesado?
D.-Sí,
en la medida que sólo sea interesado, que anteponga su interés a
cualquier otra cosa.
M.-
¿Y es lo mismo ser egoísta por ser interesado que egoísta por ser
soberbio?
D.-No
parece, aunque puede coincidir que haya gente que sea muy interesada
en lo suyo y gente que ambiciona a ser más que nadie en lo suyo sin
parar en medios.
E.-Pero
reconoces que aunque así fuera no es lo mismo obrar sólo por el
propio interés que obrar sólo por odio. ¿Tiene sentido llamar a
ambos egoístas?
D.-Es
que no concibo que el que actúe por odio a sus semejantes no sea
también egoísta, aunque su único interés sea hacer mal a sus
semejantes.
E.-Es
posible, pero intenta explicar en qué consiste su egoísmo y en qué
se diferencia del que tiene el que sólo se interesa por lo suyo.
D.-Lo
primero es que no concibo sin más que alguien pueda hacer el mal sin
perseguir algún beneficio, que lo haga gratuitamente.
M.-Pero
has admitido que lo puede hacer para descargar su odio…
D.-Admito
que alguien llegue a odiar tanto que necesite descargarlo…
M.-Eso
demuestra que es difícil vivir con el odio dentro, dicho sea de
paso…pero prosigue
D.-Pero
para odiar tanto ha tenido que verse frustrado, sea respecto a su
interés o a sus ambiciones, lo que te quiero decir es que no odia
nadie sin más o no empieza a odiar porque sí.
M.-Pero
muchos se ven frustrados y fracasados y no odian, o por lo menos no
viven del odio
D.-O
tal vez no se atreven a vengarse de sus semejantes por miedo
M.-
O por convencimiento moral, reconoce que estamos empatados. Pero a lo
que voy, sea lo que sea el origen no del odio, sino vivir del
odio, ¿no piensas que quien así vive se comporta de una manera
distinta del que sólo lo hace por satisfacer su interés?
D.-
Hemos visto que no es lo mismo pero sigo pensando que hay una
relación muy estrecha con el egoísmo, sería una exageración o si
se quiere degeneración del egoísmo… Lo máximo que reconozco es
que a partir de un punto en uno predomina el interés por su posición
en la sociedad o por sus ambiciones y en otro sólo el afán de dañar
y de vengarse.
M.-Pues
no reconoces poco, ¿Cómo llamarías a alguien que es así egoísta?,
¿un ser demoníaco?
D.-
¿A esto me querías conducir? ¿A decirme que los que así son, son
más malos que los egoístas interesados? Pues bien lo concedo.
M.-
¿Pero concedes también que no todo egoísmo viene de la soberbia
aunque pueda caer en la soberbia de forma harto fácil incluso?
D.-
Concedido. Aunque no veo que el soberbio no sea egoísta, puede que
su interés no se dirija a algo, pero sólo se interesa por sí
mismo.
M.-Entonces
es una forma de ser interesado. El estar interesado sólo por sí
mismo y el otro sería el interesado sólo por sus cosas. ¿No es
así?
D.-Pensándolo
bien tal vez…
M.-Pero
aclárame, si alguien se interesa sólo por sí mismo ¿qué quieres
decir?, ¿sería el caso de un artista que sólo se interesa por su
obra o incluso por su notoriedad?.
D.-No
es lo mismo claro está, para un artista lo importante es su obra y
quiere verse reconocido en su obra. No tiene sentido crear sin esta
pretensión. Pero el que sólo se interesa por sí mismo no se
interesa por obra o creación alguna, ni siquiera necesariamente por
obtener notoriedad si está cargado de odio..
M.-Supongo
que tampoco te refieres entonces a que está interesado en ser mejor
persona..
D.-
Bueno… Maestro no te burles. Creo que podría ser que no le importa
ninguna cosa en sí misma, sino sólo estar siempre por encima de
todo, sea en lo que sea y por lo que sea.
M.-Ya
eso es el ambicioso, pero no el malvado
D.-Bueno
sí, en el caso de que para satisfacer su ambición tenga que dañar.
Pero no dañaría porque sí.
M.-Pero
has admitido que aunque fuera llegado un punto algunos sólo pueden
vivir de dañar sin más interés que ese.
D.-Sólo
en teoría, como un caso extremo, en la práctica es casi imposible.
El mismo San Agustín dijo que hasta el malvado precisa de algo de
paz, aunque sea para descansar y prepararse para su afán. El mismo
Hitler dirigía su odio hacia una idea, una meta; tenía, me
reconocerás, el egoísmo de la idea…
M.-Vaya
ahora sales con otro egoísmo, teníamos el egoísmo del interesado,
el egoísmo del soberbio, el egoísmo del resentido, el egoísmo del
ambicioso, y ahora el egoísmo de la idea ¿Cuántos egoísmo conoces
o los vas descubriendo sobre la marcha? ¿Sostienes que el idealista
es un egoísta o sólo Hitler y otros como Hitler?
D.-
Hitler se ocultaba en sus ideales para ocultar su egoísmo y dar
salida a su odio eso es todo.
M.-Pero
entonces lo que reconoces es que hacía lo que hacía no tanto para
obtener beneficios, aunque estos le vinieran bien, sino para dar
salida a su odio. ¿No es esta la verdadera esencia del mal?.
D.-Lo
de las motivaciones de Hitler en esencia, como dices, es así pero es
también más complicado. Pero eso también nos desviaría. Te doy la
razón en cuanto a la esencia del mal. Curiosamente hemos dado más
fácilmente con su esencia que con la esencia del bien…
M.-Bueno
aparentemente, podríamos equilibrarlo si dijéramos que el bien es
obra del amor y que el mal es obra del odio, o si se quiere el bien
es obrar con amor y el mal obrar con odio. Pero lo difícil es
comprender cuál es la fuente del amor y del odio y su relación
mutua…
D.-Claro
lo más posible es que el odio obedezca a una falta de amor…
M.-Pero
no todos que están faltos de amor reaccionan con odio, algunos con
más amor…, y otros que aparentemente cuentan con mucho amor
crían un odio extremo…No es fácil de entender aunque claro que
cuanto más amor mejor.. Pero no nos quedemos en lo fácil ¿El amor
y el odio son puros o hay mezclas y grados intermedios?
D.-Claro
que hay grados intermedios, en la vida no hay nada blanco o negro,
casi todo por no decir todo es más o menos gris, creo que eso me da
la razón de que el mal por el mal es prácticamente imposible…
M.-
¿Sigues pensando que Hitler era un idealista? Bueno has dicho que se
ocultaba en el idealismo, lo reconozco. Pero yo admito que no era una
pose. Todo lo contrario lo más grave es que creía absolutamente en
su causa y seguramente no la creería malvada aunque no creo que la
creyera buena. Lo esencial es que le importaba poco si era buena o
mala, estaba más allá del bien y del mal como decía Nietzsche,
aunque claro igual no en el sentido de Nietzsche.
D.-Aclara
esto por favor…
M.-Perdóname
que lo deje de lado, Nietzsche pesaba en el individuo libre,
absolutamente libre y Hitler en la raza…pero a lo que íbamos. Te
decía al comienzo que el malo no es el que hace algo malo, sino al
que no le importa que algo sea bueno o malo. Lo que te quiero decir
es que eso sólo puede hacerlo quien odie y viva del odio…
D.-¿Por
qué..?
M.-Por
qué para odiar hay que dejar de lado si esto es bueno o malo. No se
puede odiar teniendo eso presente.
D.-
¿Acaso el que hace algo mal por odio no sabe que es malo? ¿Cómo
sino podría estar satisfecho de lo que hace y de sí mismo al
hacerlo?
M.-
Porque primero no puede estar satisfecho de sí mismo, se inventa a
sí mismo y sólo está satisfecho de su invento, pero luego lo
tratamos. Pero para esto lo que sabe es que daña y le es indiferente
que lo que hace sea bueno o malo. No te he dicho que no sepa que es
malo, sino que no entra en esta cuestión, no convierte lo que hace
en un problema moral personal.
D.-Por
eso decía que no podía sentir remordimientos.
M.-Cierto…
D.-Pero
eso es terrible, es como si el mal tuviera la carretera libre para
circular como quiera..
M.-Hay
algo de cierto en ello, pero no es tan fácil porque pese a todo el
mal no puede ser mayoritario, ni tampoco llevar a dominar todo para
siempre...
D.-
Sí pero mientras domina... ¿por qué dices que no puede ser
mayoritario o dominante de forma definitiva?
M.-Porque
el malvado, sea una persona o sea un colectivo, no puede vivir en paz
consigo mismo y eso significa una gran infelicidad.
D.-
¿Pero no hemos quedado de acuerdo en que el malvado encuentra gran
satisfacción al dañar?, ¿acaso los fanáticos que tienen éxito no
son entonces felices?, ¿si Hitler hubiera tenido éxito, no habría
sido inmensamente feliz?..y no me digas que nunca podría haber
triunfado.
M.-El
vive en el odio y del odio no puede contentarse con nada, vive en la
insatisfacción perpetua. Lo que pasa en el caso de los fanáticos es
que la aclamación pública les permite olvidarse de sí mismos, pero
eso no calma su insatisfacción…
D.-También
muchos fanáticos son denostados o no tienen éxito y no por eso
cejan. Parece como si el fanatismo fuera una coraza interior y no
sólo una coraza exterior. ¿Qué importa olvidarse de sí mismo como
dices, o sea no hacer cuestión de tus actos, según entiendo lo que
dices, para estar o no satisfecho?
M.-
Te hablo de felicidad, no de satisfacción.
D.-
Pero en la práctica es lo mismo, ¿qué importa la diferencia si el
malvado se ve estimulado por el éxito o por el sentimiento del mal?,
¿si cuanto más prueba el mal más ganas tiene de dedicarse al
mismo?
M.-La
diferencia entre la satisfacción y la felicidad no es humo de pajas,
la satisfacción hace sentir a uno más poderoso, la felicidad hace
sentir más valioso… El malvado no puede sentirse valioso por sí
mismo, su sentimiento es impostado por el aplauso ajeno, o por la
expectativa del mismo.
D.-Sí
pero los fanáticos que esperan ser recompensados por el harén en la
otra vida…, pero es lo mismo ¿qué importa si el fanático se
siente bien, aunque en el fondo hierva de odio y esto le
intranquiliza? ¿Crees que la felicidad es vivir tranquilo?
M.-Tendríamos
que discutir sobre la felicidad y esto es demasiado. Lo que
discutimos es si el malvado puede ser feliz, pero no porque no se
conforme con lo que tiene sino porque no puede valorarse a sí mismo.
Por ejemplo un deportista encuentra satisfacción cuando gana, pero
si sólo puede ser feliz ganando no podrá ser feliz por mucho que
gane.
D.-Entonces
el que pretenda más en lo suyo no puede nunca ser feliz… Sólo
sería feliz el que nada pretendiera, ni ambicionara
M.-Claro
que eso sería absurdo, en este caso la felicidad sería la
conformidad con el propio esfuerzo, la conciencia de que el propio
esfuerzo es valioso y vale la pena…
D.-
¿Aun sin recompensa?..¿Puede el que fracasa ser feliz?
M.-La
recompensa no da la felicidad sino que permite que se manifieste.
Claro que somos humanos y sin esa recompensa es difícil dar valor al
propio esfuerzo. Nos confundiríamos si pensamos que la felicidad
consiste en el aplauso y no en lo que hace que el aplauso, si se
produce, tenga valor. Reconozco que el que fracasa ha de tener muchos
recursos morales para poder ser feliz, pero en la vida el fracaso o
el triunfo es relativo…
D.-De
acuerdo tengo esto que has dicho por una especie de visita a la
cocina mientras vemos el partido, pero no quisiera que dejáramos de
lado el hecho práctico , ¿no crees que no tener remordimientos es
una gran ventaja que compensa con creces la intranquilidad que
produce el estar dominado por el odio?. No me refiero a que la falta
de remordimientos y de vergüenza te dé tranquilidad sino a que deja
libre tu mente para volcarte a lo que quieres aunque sea algo
malvado. De hecho los psicólogos recomiendan por encima de todo no
sentirnos culpables hagamos lo que hagamos, perdonarnos siempre como
dicen. Perdona que sea tan descarnado ¿no tienen los malvados la
suerte de olvidarse de sí mismo como dices?
M.-
¿Es una suerte? Ese olvido se nutre de odio o de miedo. El dilema es
la psicología o la moral. La moral o si prefieres la ética no es un
negociado de la psicología. La confusión es que esta vale tanto
para los buenos o los malos.
D.-
Y qué más da si eso funciona.
M.-Tienes
razón, eso es lo que hace pavoroso el mal.
D.-
¿Pero porque no perdonarse?, ¿acaso no hay razones para creer que
la culpa o el sentimiento de culpa son un artilugio social para
tenernos sometidos? Incluso Nietzsche decía que era un acto de
vanidad hipócrita. Al creernos culpables nos sentimos responsables y
por tanto con poder sobre nosotros mismos, lo que es una ilusión que
nos hace sentirnos bien en el fondo.
M.-No
pensé que pudieras caer en estas groserías, perdona...Una cosa es
que tenga sentido el autoperdón y habría que ver cómo, y otra es
que la culpa y la responsabilidad sean artilugios sociales o
sublimaciones personales. Lo decisivo es que no podemos concebirnos
como dijiste sino como seres morales, es decir seres que nos
debatimos entre ser morales o inmorales.
D.-Puede
ser, pero ¿es una creencia lo que dices?
M.-No
podemos entendernos como seres humanos sino partimos de ese hecho
básico. Por ejemplo no podemos tratar al otro, al prójimo sino como
alguien que es capaz de comprender el bien y el mal y de juzgarnos.
Creo que no somos seres morales porque seamos racionales sino porque
el otro es un ser racional y libre.
D.-
¿Quieres decir que uno no puede quedar indiferente respecto a lo
que haga o piense porque para el otro no puede ser eso indiferente?
M.-Y
también porque lo que el otro haga o piense no me puede resultar
indiferente.
D.-Pero
“no juzguéis y no seréis juzgados”.
M.-Cierto,
no tenemos derecho a juzgar si no somos justos con nosotros mismos, y
si no somos justos en general. Quien juzga sin ser justo habría de
ser igualmente juzgado por aquel a quien juzga.
D.-
¿Alguien puede ser justo?
M.-
Ese es el problema, podemos tratar de ser más justos. Como decía el
maestro sobre el saber y el sabio, también justo es el que reconoce
lo lejos que está de ser justo….y trata de serlo. Pero no quiero
esconderme, sería injusto si negara que cada uno tiene un potencial
de ser justo y en momentos de prueba hacerlo valer. Que no podamos
ser justos íntegramente como personas, no significa que no seamos
capaces de obrar justamente, incluso en condiciones extremas…Como
se dice en estas situaciones sale lo peor y lo mejor que llevamos
dentro, pero cada situación de la vida también tiene algo de
extremo y a eso me refiero especialmente.
D.-Pero
el hecho de que la maldad triunfe tanto y sobre todo que se quede
tan impune con tanta frecuencia como ocurre, deja todo lo que dices
en “bellas palabras”. Perdona pero sólo nos falta decir que
“todo el mundo es bueno”.
M.-Podría
decir que eres tú el que te burlas. Desde luego si alguno pensáramos
eso o lo diéramos a entender no habría lugar a discutir sobre la
abundancia del mal ni su impunidad. Deja recapitular para aclararlo.
Tu sostenías que el malvado antepone su interés o ser a todo lo
demás y yo te decía que vive en el odio ¿no es cierto?..
D.-Sí
pero te decía que vive en el odio por el egoísmo..
M.-Claro,
pero yo sostenía que vivir en el odio sobrepasa el egoísmo si
tomamos esto por anteponer el interés propio a todo lo demás. He de
aclararte que vivir en el odio es la forma de vida que corresponde a
no quererse uno a sí mismo, en despreciarse y negarse. El que así
vive ve al otro como alguien que lo puede enjuiciar, algo que resulta
insoportable. Ese hecho convierte al otro a sus ojos en alguien
despreciable… Pero vayamos a lo que hemos abandonado, es cierto que
la maldad queda frecuentemente impune, ¿pero tiene sentido esperar
otra cosa?
D.-
¡¿Cómo?, ¿cómo puedes sostener que tenemos sentido del bien y
del mal e insinuar que no tiene sentido esperar que el mal no quede
impune?, ¿Qué consuelo queda, sino, a un hombre mínimamente justo
en esta vida?
M.-Pero
en el fondo muchos lo sienten muy profundamente ¿qué motiva gran
parte de la fuerza de las religiones e incluso de ideologías
sociales sino la esperanza de que habrá justicia, tarde o temprano,
en la tierra o fuera de ella, aunque es imposible que ahora la haya?.
Pero la justicia tendría que ser ahora, algo que podamos sentir…
Y en este sentido estamos condenados a desesperar.., y a esperar
D.-
¿...?
M.-El
mal cometido es en sí irreparable aunque se castigue con cierta
proporcionalidad al culpable, pero lo que nos aterroriza es que
además el malvado salga impune y pudiera vivir feliz y triunfante.
Todo el esfuerzo se ha de situar en evitar esto lo más posible y
sobre todo en evitar que su odio contagie a quienes lo han
sufrido…Ahora bien hemos de aprender a vivir comprendiendo que
nuestras fuerzas son limitadas para lo primero, es como la deuda que
tenemos con la vida y que nunca podremos satisfacer…
D.-
¿Te refieres…?
M.-
A que nunca podremos evitar estar expuestos a cometer el mal y a
padecerlo, como ocurre con la muerte, la vida tiene algo de esfuerzo
por superarlo.
D.-La
muerte es inevitable, claro está, pero ¿es lo mismo con el mal?
¿Cómo se compadece con nuestra estructura moral? ¿No somos libres
cuando hacemos el mal y el bien? Si siempre podemos hacer el bien,
aunque no lo hagamos, es claro que el mal no es inevitable.
M.-Es
inevitable que exista y que cuando exista sea irreparable, pero no
tiene porque dominar el mundo. En el fondo soy menos pesimista que
tú. El problema no es que los malvados tengan poder, sino que cojan
desprevenidos a todos. Por lo que a ti respecta la equiparación
entre la maldad y el egoísmo no es una idea muy halagüeña, pues o
mucho me equivoco o piensas que el egoísmo es casi congénito…
D.-Sí
pero te he dicho que el egoísta puede autolimitarse o sublimar sus
impulsos..
M.-Es
decir engañarse en beneficio de todos, ¿pero no hemos quedado en
que para que haya sublimación se ha de amar lo que es objeto de
sublimación?, ¿si lo que se hace es por obligación o coacción o
autofascinación, puede tener alguna consistencia?
D.-
¿Pero acaso no es cierto que lo que ha evitado que el mal se
generalizara y el hombre desease el bien fue la esperanza en la vida
eterna y la creencia en el juicio final?, ¿no es cierto que al
desaparecer esa expectativa la humanidad está más expuesta?..
M.-Piensas
eso porque identificas el mal con el egoísmo sin más, o con un
egoísmo que se autolimita sin verdadero convencimiento ni más
motivo que el temor al castigo divino o de los jueces. Pero piensa
que si el egoísmo se pone al servicio de algo valioso da fuerza a lo
que es valioso. Si la ambición personal del médico se pone al
servicio de la salud de todos y asume ello como valioso es claro que
hace algo valioso aunque sea egoístamente y que su egoísmo queda en
cierta forma “transfigurado” en el amor. El amor humano no es
puro en todo su desarrollo y contenido, se apoya en fuerzas ajenas...
D.-Luego
es una sublimación…
M.-Sí
pero no autoengaño, es una sublimación “transfigurada”, la
ambición va en la dirección de lo valioso...
D.-
¿Pero a donde vamos y en donde estamos?
M.-
Pues en que la inmensa mayoría no partimos de cero para ser buenos,
sino en algo que funciona o puede funcionar, es nuestra base para
mejorar… Por eso la inmensa mayoría somos como decías y pareces
haberlo olvidado “correctos”.
D.-
¿y...?
M.-
Pero yo que soy más benévolo que tú, pues esa es mi función,
diría que la inmensa mayoría somos de una bondad tibia y liviana,
pero bondad al fin y al cabo. De lo contrario la existencia de la
sociedad sería imposible y esta a pesar de todo aguanta… Aunque te
parezca extraño la existencia del odio o de los que viven en el
odio, no me atrevo a decir misántropos pues nos puede equivocar con
una inclinación psicológica, te decía que eso demuestra que el
sentido del bien es algo anterior y que el mal sólo surge como
negación de ese sentido. Los que viven en el odio no pueden soportar
la existencia de la conciencia moral.
D.-
¿Pero no decías que pasan de ella?, ¿qué pueden vivir como si no
existiera? Y aunque tuvieras razón no veo que importa ¿acaso los
que tu llamas bondadosos tibios no necesitan creer que el merito
acabará de tener recompensa y que la maldad castigo?, ¿se puede ser
correcto y legal sino es así?
M.-
Has encontrado las dos puntas de la cuerda pero has perdido la
cuerda. Hay que dar con ella como sea. La única forma de vivir sin
moral es vivir en el odio, los que viven en el odio no viven de esa
manera porque pasen de la conciencia moral, sino que viven en el odio
para pasar de ella. Cuando el odio se cosifica parece que el odio se
basta a sí mismo y que la estructura moral se ha evaporado
definitivamente, pero es un espejismo porque se sostiene frente a
ella. El odio siempre es reactivo, lleva siempre dentro el aguijón
de la impotencia de amar.
D.-Vale,
¿pero como pasamos al otro cabo de la cuerda?…
M.-Es
que la tibieza tiene algo de fortaleza frente al odio, no es sólo
debilidad. Obedece a la necesidad de hacer compatible la vida y la
moralidad, si no todo sería bueno o malo sin matices, o buenos o
malos. O aceptamos que la tibieza es obra del miedo exclusivamente o
aceptamos que es una concesión de nuestra necesidad de bondad a las
exigencias de la vida y a nuestra debilidad. Desde este punto de
vista creo que la apelación al juicio final o a las penas eternas
funcionaba porque existe una disposición a creer que el bien es
superior al mal, que no se puede vivir bien sino se vive conforme al
bien, espero que no lo tomes como un juego de palabras.
D.-Pero
has negado que la esperanza tuviera sentido, parece que sólo es una
ilusión.
M.-Es
que por encima de ello está la fe en que uno puede ser una persona
digna a pesar de su egoísmo, e incluso contando con su egoísmo. Por
encimo de todo queremos ser dignos, queremos amar, por eso
necesitamos la esperanza en la justicia. Creo que es difícil
entender que necesitemos la esperanza pero que esta sólo sea
esperanza…
D.-Una
“pasión inútil” pues
M.-Lo
sería si no creyéramos en nosotros mismos pese a todo. Lo que
verdaderamente nos da fuerza es poner nuestro egoísmo al servicio de
lo que amamos, aunque sea sólo despertar el amor a través del
egoísmo y la ambición…como te decía. Pero la esperanza no es una
pasión inútil, es el esfuerzo por alimentar nuestra pasión, darle
realidad, esfuerzo no inutil porque entonces puede tener eso que
apasiona algo de realidad...el modelo sería la obra de arte,cosa que
también es efímera por cierto.
D.-Pero
si pensamos demasiado es inevitable caer en el desasosiego, quien vea
objetivamente la distancia entre su ideal y la realidad no tiene
escapatoria
M.-Por
eso el esfuerzo de la cultura es evitar que la fe en el hombre
dependa de la esperanza. Tiene que alimentar la fe a la esperanza y
no a la inversa. Pero ambas se tienen que limitar la una a la otra…
D.-Bueno
ya está muy entrada la noche y se apaga la luz, todo esto podría
ser pero antes de irnos me intriga porque ponías reparos a
perdonarse uno a sí mismo. ¿No es necesario para vivir?, ¿podemos
vivir con remordimientos y presa del sentido de culpa?
M.-Es
que la conciencia de culpa sólo es mala si nos vuelve contra
nosotros mismos o nos paraliza o nos lleva a buscar exorcismos para
arrancarla. Es mala si no deja vivir…siendo merecedores de vivir
mejor ¿Tendría sentido que quien ha cometido monstruosidades se
perdonase sin más si tuviera algún remordimiento? Perdonarse tiene
que significar ser capaces de vivir arrepentidos claro está, pero
para que el peso del remordimiento no nos paralice y en lugar de ello
se convierta en una experiencia de cambio interior sólo cabe que el
arrepentimiento genere voluntad y dedicación hacia algo valioso,
sino psicológicamente hablando el sentido de culpa nos destruye…
Si por algún casual el malvado se arrepintiese tendría que asumir
vivir con remordimientos y sin ser digno de perdón
D.-Pero
si admites que por encima de todo ha de actuar para soportar su
propia carga, estás de acuerdo sibilinamente con el conductismo,
en que hay que dedicarse a actuar y no pensar , que actuar es una
forma de perdonarse
M.-Vale
estamos empatados, pero sin admitir esto último. Sería demasiado
dogmático afirmar que la maldad es irreversible aunque sea
imperdonable. Lo único que creo contrarresta las ventajas de la
maldad es la esperanza de que incluso el malvado más extremo se
pueda arrepentir y aceptar que no puede ser perdonado. Aunque esta
posibilidad parezca poco humana. Bueno lo que cuenta: ¿Ha servido de
algo buscar razones para ser buenos?
D.-
¿Pero hemos hecho eso? Al menos me ha parecido que sólo hemos
concluido que sólo podemos existir con integridad si tenemos fe en
que pese a todos somos seres dignos, capaces de no poder hacer
ciertas cosas, pero el que puede existir de otra manera será peor
pero no menos poderoso..
M.-Hay
algo de tragedia en lo que dices…que por lo menos el encuentro con
tus alumnos sea grato
D.-
Eso sería suficiente…, quizás lo mejor posible